Diario de León

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Cuando Colinas encontró a Zambrano

Cuando Antonio Colinas conoció a María Zambrano en Ginebra hacía seis años que Franco había muerto. Nada retenía en Suiza a la última exiliada. «Usted y yo hace mucho tiempo que nos conocemos», le dijo ella en el primer encuentro, la víspera de someterse a una operación de cataratas.

juan lázaro

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León

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El poeta leonés lleva tiempo queriendo publicar una semblanza de la filósofa y escritora que ha marcado profundamente su obra. De hecho, tenía escritas 60 páginas. Pero, como le ocurrió con Rafael Alberti en Ibiza, al final se fue enredando y el texto superará las 300. En marzo Siruela publicará Misterios encendidos, el libro en el que el autor de Sepulcro en Tarquinia radiografía a una de las autoras más comprometidas del siglo XX.

2019 será, sin duda, un gran año para Colinas. Y no sólo porque el Gobierno hará compatibles los derechos de autor con su pensión de jubilación, sino porque tiene cinco libros en marcha. Aparte del dedicado a Zambrano, aparecerán dos antologías sobre el escritor bañezano, una titulada Por sendero invisible, de José Luis Puerto, que acaba de llegar a las librerías; y la segunda, Donde atisbé la luz, del joven poeta y crítico peruano Martín Rodríguez Gaona. Además, verá la luz un libro con las entrevistas más suculentas que ha concedido Colinas, reunidas por el poeta Alfredo Rodríguez. La Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional publicarán los discursos de los 27 galardonados con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que él recibió hace tres años. Y el profesor leonés de filosofía Ramiro Guardia está a punto de sacar un ensayo sobre la simbología en la obra de Colinas.

Cuenta el escritor que la autora de España, sueño y verdad no regresaba a España tras el fin de la dictadura porque temía no poder subsistir en este país. Fue proverbial el papel de Jaime Salinas, el hijo del poeta Pedro Salinas, que entonces estaba de director general del Libro. Le buscaron un piso en Madrid. Otra circunstancia es que le concedieron el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Ambas cosas decidieron a Zambrano a volver a España. «Yo por entonces había escrito dos artículos en El País. Uno en torno a la idea de la última exiliada. Es ahí cuando se produce nuestro encuentro». Colinas había ido a Ginebra a dar una conferencia y aprovechó el viaje para encontrarse con Zambrano. La filósofa le pidió a su primo que llevara al escritor leonés a visitar su casa de La Pièce, al otro lado de la frontera.

«Es un personaje muy rico y tiene una obra muy especial», dice Colinas de su admirada Zambrano. Cuando la escritora se establece en Madrid, Colinas la visitará con frecuencia hasta 1991, fecha de su fallecimiento. «Yo estaba aún en Ibiza, la iba a ver y le comentaba mis textos. Había publicado Noche más allá de la noche y le había dedicado uno de los cantos», recuerda. «Para ella, que yo viviera en Ibiza le hacía evocar sus días en Puerto Rico y Cuba. Me llamó cuando el Instituto de Leganés le puso su nombre. Hubo un homenaje, que coincidía con sus 80 años. También asistieron Fernando Savater y Héctor Subirats». Las fotos de ese acto, que fue muy especial, aparecen, con otras inéditas, en el libro.

«No sigo un orden cronológico. Empecé a escribir recordando esa amistad primera y después los tiempos de su vida iban saltando en mi cabeza». Hay un capítulo dedicado a la etapa de Segovia, donde vivió su infancia y adolescencia y tuvo dos grandes amores. También a la época de La Pièce, donde muere su hermana Araceli, a la que estaba profundamente unida. Colinas aborda además los años de Roma y los de la República y la guerra. Hay una hipótesis que recorre todo el libro: cuando va a cruzar la frontera camino del exilio hay una metamorfosis y surge una nueva María Zambrano. «Había sido republicana, pero también una cristiana bizantina, como decía ella misma. Pasa de lo ideológico a lo metafísico». Un aspecto que, en opinión de Colinas, no se ha estudiado suficientemente.

El escritor leonés describe la relación de Zambrano con la poesía. «Tenía una tertulia ya a finales de los 20 en su casa, por la que pasaron Ramón Gaya, Miguel Hernández o un joven Cela». Zambrano tuvo además una gran relación con los Panero. «Juan y Leopoldo, antes de estallar la guerra, fueron claramente republicanos. Leopoldo, quizá por influencia de César Vallejo, más inclinado al marxismo, mientras que Juan era más azañista». Juan murió en un accidente y Leopoldo estuvo preso en San Marcos. «Su madre fue a Salamanca, primero a rogar a Unamuno y luego a la mujer de Franco, para que lo liberan. Cuando sale, automáticamente, pasa al bando nacional».

Ese cambio también es muy revelador en una foto del homenaje a Vicente Aleixandre, donde hay poetas de uno y otro bando. En la imagen, en la parte izquierda están Juan Panero y Miguel Hernández; y en la derecha, Leopoldo y Neruda. Los dos Panero visitaban mucho La casa de las flores, donde vivía Neruda.

También hay otra etapa «muy curiosa», afirma Colinas, que es la colaboración de Leopoldo con las Misiones Pedagógicas. En una de ellas coincide en Toledo con María Zambrano y Luis Cernuda.

«Yo estaba muy ilusionado con el libro de Zambrano», explica, en el que lleva trabajando los últimos tres años. Recoge muchas anécdotas de una persona que considera «muy especial» por la vida que le tocó vivir. «Su padre que era maestro, le marcó muchísimo. Era amigo de Unamuno antes de que naciera ella. He encontrado una carta de él a Unamuno de 1900. En Segovia ella conoce a Unamuno». En Misterios encendidos también se describe la relación de Zambrano con Machado, al que había conocido en Segovia. «Coinciden luego en ese momento tan crucial de cruzar la frontera». Ella viajaba en un coche con su familia y ve caminando a Machado con su madre. Se baja del automóvil y les pide que suban. Machado no quiere. Entonces ella cruza con ellos a pie la frontera.

«Hay una etapa muy ideológica, pero sin compromisos, durante la República, muy ligada al magisterio de Ortega. Ella declaró en una entrevista a Cambio 16 que nunca tomó partido, pero su padre fundó el Partido Socialista en Segovia».

Para Colinas, hay tres grandes bloques en la obra de Zambrano: una más testimonial y apegada a lo social; una segunda, con sus libros centrales, como Filosofía y poesía, El hombre y lo divino y Hacia un saber sobre el alma; y una tercera más poemática, con verdaderos poemas en prosa.

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