Diario de León

AGRICULTORES MÁS RESILIENTES

CULTIVOS RENTABLES. Biofertilizantes, biopesticidas, nuevas variedades de vid, herramientas digitales para los agricultores,... Diez socios de siete países desarrollan el proyecto Sustemicrop. La ULE lidera el trabajo

La investigación pretende desarrollar bioherramientas de control de hongos y evaluar la adaptación al cambio climático. RAMIRO

La investigación pretende desarrollar bioherramientas de control de hongos y evaluar la adaptación al cambio climático. RAMIRO

León

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Del desarrollo de herramientas científicas y digitales a la captación de jóvenes emprendedores, del desarrollo de productos biológicos para hacer sostenibles los cultivos a la mejora de las especies para adaptarlas al cambio climático, de la seguridad alimentaria a la conservación de la agrobiodiversidad. O el refuerzo del estilo de vida mediterráneo. Son sólo algunos de los múltiples y ambiciosos objetivos del proyecto Sustemicrop, que forma parte del programa de cooperación internacional Prima.

Un proyecto en el que trabaja un consorcio de 10 socios que pertenecen a 7 países, y que está coordinado por la Universidad de León, según explica Juan José Rubio Coque, catedrático de Microbiología del Departamento de Biología Molecular de la Universidad de León, e investigador del Instituto de Investigación de la Viña y el Vino también de la ULE. Y coordinador de Sustemicrop.

«El objetivo del proyecto es desarrollar herramientas tanto científicas como tecnológicas y digitales que contribuyan a incrementar la resiliencia y supervivencia de los pequeños agricultores de la cuenca mediterránea. Se trata de afrontar diversos problemas, como el cambio climético o la reducción de los niveles de aplicación de pesticidas de síntesis química para desarrollar una agricultura más sostenible, y compatible también con el uso racional de los recursos medioambientales».

Rubio detalla que Prima (https://prima-med.org) es una organización sin ánimo de lucro que agrupa a 19 países europeos, sobre todo del área mediterránea y del norte de África y Oriente próximo. «Trata de fomentar el desarrollo de una estrategia común de investigación e innovación que aborde los desafíos del cambio climático, el crecimiento de la población y la seguridad alimentaria; además de la escasez de agua y la sobreexplotación de los recursos naturales, la agricultura sostenible, la pérdida de agrobiodiversidad y el refuerzo del estilo de vida mediterráneo».

El proyecto tiene un presupuesto global de 2,25 millones de euros, y comenzó este mes de julio. Tiene una duración de 36 meses, concluirá en junio de 2025. «El objetivo es alcanzar resultados que permitan una agricultura más sostenible, con un menor consumo de agua, fertilizantes químicos y pesticidas de síntesis química, además de reducir la cantidad de residuos del propio cultivo, hasta lograr la meta de ‘cero residuos’. Todo ello se traducirá en un manejo agrícola más respetuoso con el medio ambiente, particularmente por u incremento de la salud y la microbiota de los suelos agrícolas. Y todo eso debería permitir también un incremento de la resiliencia de los pequeños agricultores del área mediterránea».

Además, los agentes que participan en el proyecto «tienen como uno de sus objetivos principales la captación de jóvenes emprendedores que puedan utilizar los resultados y productos que se desarrollen a lo largo de estas investigaciones», señala Rubio; que incide también en el esfuerzo «en la filosofía de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, «en un sector especialmente difícil y tradicional como es el agrícola».

Herramientas novedosas

El catedrático de Microbiología destaca entre las herramientas que pretenden desarrollar con este proyecto los biofertilizantes, «para el control de las patologías fúngicas que afectan a los cultivos basados en agentes de biocontrol capaces de combatir los hongos patógenos». Y también los biopesticidas, «basados en recursos naturales, como extractos de plantas, aceites esenciales o moléculas de origen micriobiano».

Además los investigadores validarán nuevas variedades de la vid, obtenidas por cruces genéticos en los últimos años para su adaptación al cambio climático, «más concretamente por su adaptación a condiciones de mayor sequedad y mayor temperatura».

El equipo que desarrolla el proyecto Sustemicrop tiene previsto elaborar también indicadores para medir la sostenibilidad social, económica y medioambiental de los tratamientos o herramientas que implanten los agricultores. Así como desarrollar herramientas digitales con todos esos indicadores a través de páginas web «a las que puedan recurrir los agricultores para optimizar sus cultivos o ayudarles a la toma de decisiones cotidianas».

Cultivos mediterráneos

Juan José Rubio Coque explica que el proyecto «toma como modelo de estudio tres cultivos mediterráneos fundamentales: el viñedo, el lúpulo y la palmera datilera, que es muy importante en los países del norte de África y Oriente próximo». Y señala que la innovación de la propuesta «reside en abordar un estudio multidisciplinar que incluye el aprovechamiento de recursos naturales, como microorganismos del suelo de cultivo, compuestos naturales de origen vegeteal e incluso los propios residuos de los cultivos, para desarrollar herramientas de control de patologías fúngicas».

Además se prevé avanzar en el desarrollo y evaluación de la adaptación al cambio climático de nuevas variedades de vid, «y desarrollar herramientas digitales pensadas para el uso del agricultor, y elaboradas a partir del análisis que la aplicación de estas tecnologías tendrá desde un punto de vista económico, social y medioambiental».

Las líneas de actuación que el proyecto Sustemicrop se ha marcado para avanzar en todos estos aspectos pasan entre otras por el desarrollo de biofertilizantes para el control de plagas fúngicas que afectan a los tres cultivos. «En concreto, para el control del decaimiento por los hongos Fusarium y Verticillium en lúpulo; el control del decaimiento de viñedos jóvenes en vid y el control de la enfermedad de Bayoud en la palmera datilera. Se trata en todos los casos de enfermedades muy destructivas que pueden producir la muerte de la planta, y generan graves pérdidas económicas».

El catedrático explica que los biofertilizantes «se desarrollarán a partir de agentes de biocontrol capaces de combatir los correspondientes hongos patógenos y que serán utilizados como aditivos para suplementar un compost obtenido del compostaje de los propios residuos agrícolas del cultivo, para obtener así un compost enriquecido en microorganismos capaces de controlar los hongos patógenos».

Otra de las líneas de actuación que prevé el equipo es el desarrollo de biopesticidas basados en compuestos naturales de origen vegetal o microbiano, para el control de mildiu y oidio en lúpulo y vid.

Para Rubio Coque «la mayor ventaja del proyecto Sustemicrop se centra en que «en caso de alcanzar los resultados perseguidos permitiría una agricultura más sostenible, con un menor consumo de agua, fertilizantes químicos y pesticidas de síntesis química; además de reducir la cantidad de residuos del propio cultivo, lo que contribuirá a alcanzar la meta de ‘cero residuos’. Todo ello se traducirá en un manejo agrícola más respetuoso con el medio ambiente, particularmente por un incremento de la salud y la microbiota de los suelos agrícolas. Todo esto debería permitir incrementar la resiliencia de los pequeños agricultores en el área mediterránea».

Además, entre los objetivos principales «la red de actores del programa pretende diseñar y establecer como una de sus bases principales la captación de jóvenes emprendedores que puedan hacer uso de los resultados y productos del proyecto».

El investigador destaca que el proyecto que ahora se inicia surge después de muchos años de trabajo «en el desarrollo de posibles herramientas para el control de patologías fúngicas en diferentes cultivos, basadas en el empleo de microorganismos o productos naturales para permitir una agricultura más sostenible».

Las pruebas de los productos que se irán desarrollando se realizarán en España en el caso de los biofertilizantes para el control de patologías fúngicas en viñedo; mientras que en el caso de los que se apliquen al control de la enfermedad de Bayoud en la palmera datilera se probarán en Marruecos, y los de patologías del lúpulo se aplicarán tanto en España como en Eslovenia.

Por lo que se refiere a las pruebas de biopesticidas para el control de mildiu y oidio que afectan tanto al lúpulo como a la vid, las pruebas se llevarán a cabo en Francia y Eslovenia. Los ensayos para valorar la adaptación de las nuevas variedades de vid al cambio climático se realizarán de forma paralela en Francia, Grecia, Líbano y Túnez; mientras que las herramientas web desarrolladas serán valoradas por agricultores de los diferentes países y con diferentes cultivos.

De cara al futuro, el objetivo del proyecto de cooperación internacional que responde a la convocatoria Prima 2021 es «seguir intentando desarrollar herramientas tecnológicas o digitales que favorezcan el desarrollo de una agricultura sostenible, y además hacerlo teniendo en cuenta esta triple vertiente: económica, social y medioambiental», destaca Rubio Coque.

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