Diario de León

Zelenski apela al espíritu del 11-S ante el Capitolio para que salve a su país

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Volodimir Zelenski dispuso ayer de 16 minutos para convencer al Congreso de Estados Unidos de que salve a su país, pero todas las palabras del mundo hubieran sido fútiles para lograr que desde la Casa Blanca se imponga una zona de exclusión aérea en Ucrania. Por eso tiró de toda la munición gráfica y emocional que tenía a mano, desde Pearl Harbour hasta el 11-S, pasando por Martin Luther King, sin dejar de agradecer la ayuda militar enviada hasta el momento por toneladas pero «que está en la tierra, no en los cielo, no defienden a nuestra gente», les recriminó. «Yo tengo un sueño, una necesidad: necesito proteger nuestros cielos. Os necesitamos ya, ahora mismo».

El futuro de Ucrania se decidía en esos momentos. Su pueblo luchaba cuerpo a cuerpo, con la capital, desde la que hablaba, bajo una lluvia de misiles. Pero el líder más mediático que haya tenido jamás una guerra, el primero que se bate también en las redes sociales, sabía lo que estaba pensando su audiencia de legisladores norteamericanos.

«No veo ninguna posibilidad de que este Congreso se arriesgue a una guerra nuclear con Rusia, a no ser que Rusia la empiece», diría al salir la congresista california del Partido Demócrata Sara Jacobs, aún conmovida pero con la cabeza fría. Por eso Zelenski adelantó que «si eso es demasiado pedir, vosotros sabéis lo que necesitamos para proteger nuestros cielos».

El presidente Joe Biden le tenía preparados otros 1.000 millones de dólares en nueva ayuda militar que, temen algunos, será más de lo mismo. Defensas antiaéreas, baterías javalinas, rifles, ametralladoras, lanzagranadas, cohetes anti tanques, chalecos blindados y 40 millones de balas. Nada de lo que Zelenski buscaba, por eso siguió disparando al corazón.

«Ser el líder del mundo significa ser el líder de la paz», sermoneó. Y por eso mismo Biden siguió resistiéndose a los dardos emocionales que pusieron en pie a todos los legisladores con una larga ovación para el líder extranjero que algunos comparaba incluso con el británico Winston Churchill.

Les tocó contener la respiración, y hasta las lágrimas, cuando el mandatario ucraniano dejó paso en la pantalla a un vídeo que recogía el antes y el después de los ataque rusos en las ciudades ucranianas, donde hasta hace tres semanas los niños jugaban en los parques y los adultos cenaban animadamente en restaurantes. Una sociedad a imagen y semejanza que vivía su propio sueño europeo, momentos antes de que todo el horror de la guerra explotase en las calles, ante los ojos de los legisladores estadounidenses, que vieron en la gran pantalla el compendio de sangre y dolor desplegado por Rusia en toda su barbarie.

Zelenski ha renunciado a ser parte de la Otan, pero no a recibir la protección del mundo. Su nuevo sueño es una asociación de países unidos por la paz que ofrezca una respuesta rápida a las agresiones o crisis humanitarias en apenas 24 horas. La llamó U24, «una unión de países responsables que tengan la fuerza y la conciencia de parar cualquier conflicto de inmediato, proporcionar toda la asistencia que sea necesaria en 24 horas, y, si fuera necesario, incluso armas, sanciones humanitarias, apoyo político, financiero y todo lo que se necesite para mantener la paz y salvar al mundo, salvar las vidas de aquellos sufriendo desastres naturales o fabricados por el hombre, crisis humanitarias o epidemias», describió.

El sueño de Martin Luther King todavía no se ha realizado, casi seis décadas después, pero Zelenski puede estar poniendo el dedo en la llaga de una realidad que los líderes del mundo todavía no están dispuestos a enfrentar: la incapacidad de las actuales instituciones multilaterales, creadas después de la II Guerra Mundial para mantener la paz en el mundo, que se habrían quedado obsoletas.

«Tengo casi 45 años», les dijo, «pero mi edad se detuvo cuando dejaron de latir los corazones de más de cien niños. No le veo sentido a la vida si no podemos evitar las muertes», concluyó.

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