Diario de León

Cerca de 3.000 viviendas tienen todavía caldera de carbón en un centenar de comunidades

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Cien salas de calderas de carbón de más de 70 kilovatios, ubicadas en otros tantos edificios de la capital que aglutinan en su conjunto cerca de 3.000 viviendas. Un censo al que se suman un número indeterminado de casas unifamiliares, centenares según las estimaciones, repartidas principalmente por barrios del norte y el oeste de la capital y sus tres pedanías (Trobajo del Cerecedo, Armunia y Oteruelo), con calefacción también de carbón. «Con la crisis de 2008, hacia 2010 el coste energético comenzó a ser una losa para muchos leoneses y al alto coste del gas natural y el gasóleo les decidió a recuperar sus viejas calderas de carbón o adquirir una; la pobreza energética obligó a volver al carbón y la leña», cuenta el presidente de la Asociación de Instalaciones, Calefacción, Saneamiento y Afines (Apifoncal, integrada en la Fele).

Aurelio Fernández del Pozo subraya que las calefacciones de carbón que se resisten a desaparecer están ya fuera del plazo fijado por la Ley para que dejen de funcionar. Los titulares de todas ellas, muchas en el propio centro de la capital, han recibido varias misivas de la Junta reclamando que actualicen su documentación «y ninguna la tiene legalizada; a finales de 2021 o en un plazo máximo de dos años tendrán que desaparecer».

Existe otro grupo, de las que apenas quedan ya ejemplos en el municipio de León, integrado por aquellas calefacciones de carbón legalizadas antes de 1985, que pueden continuar en marcha hasta el fin de su vida útil.

El alto precio de sustituir la caldera de carbón por una de gasóleo, gas natural, biomasa o aerotermia disuade, por el momento, a estas comunidades con carbón a cumplir con sus obligaciones. El cambio supondría, asegura Fernández del Pozo, «un mínimo de 2.000 euros por vivienda» para financiar la obra completa de sustitución en una comunidad con un coste entre los 40.000 y los 80.000, según tamaño del edificio, número de hogares y sistema de calor elegido.

Sólo las calefacciones de carbón controladas, las cien salas de calderas mencionadas, consumen cada invierno en su conjunto cerca de 10.000 toneladas (entre dos y tres de media por vivienda), una cantidad a la que deben sumarse otras cientos de las viviendas unifamiliares que cuentan con esta fuente de calor.

Los ejemplos de hogares en la capital calentados con biomasa son muy escasos, en un fenómeno, sin embargo, al alza de forma constante en el área rural de la provincia. «La biomasa es más económica que el gas y el gasóleo, pero no es rentable para una vivienda por el coste de la amortización». Recuerda que en el caso de la biomasa, «cuanto más se consume más barata es», por lo que debería canalizarse en las viviendas a través de un central de barrio. «En el norte de España no hay cultura para utilizar esta fuente de calor, habitual en el norte de Europa».

Con la crisis económica, la instalación de calefacciones por biomasa (principalmente con pellets) y, sobre todo en los pueblos, se multiplicó por veinte, con el consiguiente aumento de la facturación de las empresas madereras y de pellets de la provincia.

En la actualidad, toda la obra nueva que se construye lleva ya incorporado el sistema de calefacción por aerotermia, ajustado a las exigencias de la eficiencia energética y la sostenibilidad ordenadas por la Unión Europea a todos sus estados miembros.

La capital leonesa cuenta con doce estaciones repartidas por la ciudad para medir a diario los niveles de contaminación del aire.

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