Diario de León

Infraestructuras

El peaje de la AP-71 condenará al eje que vertebra a León durante 34 años más

La explotación de la autopista a Astorga superará en cinco años la vigencia del pago pendiente de la asturleonesa

La AP-71, en un tramo próximo a Robledo, ayer a mediodía. FERNANDO OTERO

La AP-71, en un tramo próximo a Robledo, ayer a mediodía. FERNANDO OTERO

León

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León tiene un problema mayúsculo para crecer. El peaje de la León-Astorga, como paradigma del territorio encorsetado, frente a las facilidades que se ofrecen en otros puntos de la península, donde se combaten las carencias con liberalización de autopistas, y se facilitan rescates de vías de pago. Allá donde fluye el progreso no está el mapa de vías de alta capacidad de la provincia de León. Menos, el que encuadra el corredor interior que están llamado a vertebrar la provincia, de este a oeste, por el cauce del Camino de Santiago. El problema mayor para la expansión y movilidad de la provincia leonesa va a cumplir veinte años, cronificado por la negativa política a intervenir sobre el modelo elegido para que los leoneses de todo punto cardinal dispusieran de una estructura competitiva, a la altura de la exigencia que marcan los tiempos del transporte, en la antesala de la era de la logística y la intermodalidad.

Ni el foco del desagravio gubernamental de este verano para con la AP-9 gallega basta para espolear la reivindicación a favor del final del peaje en la AP-71, que discurre paralela a una carretera nacional atestada de vehículos, y el martirio consiguiente para las localidades que atraviesa en el área periurbana de León, núcleos revitalizados como áreas residenciales y ciudades dormitorio. La León-Astorga está relegada de las prioridades de reivindicación para equiparar a los territorios del noroeste con la acción salvadora del Gobierno en la autopista de la fachada del Atlántico.

Y al tiempo, forma parte de relato de los hitos que le hacen destacarse entre todas las autopistas de la red de pago del territorio nacional. El más destacado, la longevidad de la concesión, que llega hasta 2055, y convierte a la AP-71 en la autopista de peaje que llegará más allá en el tiempo de concesión. A la leonesa solo le supera un peaje de las radiales compostelanas, en la provincia de La Coruña, y un tramo de los flecos de la cuenca mediterránea de la AP-7 en la Región de Murcia. Aquella conexión de pago que se abrió paso como A-12 hasta que el cambio de nomenclaturas se hizo coincidir también con un ajuste en las condiciones de la concesión, prevista inicialmente para veinte años, que llevó la explotación hasta mediada la década de los años cincuenta del siglo XXI.

La balanza de las dos velocidades y la igualdad de oportunidades para todos los territorios que ocupa densas páginas de letra pequeña de la política territorial que se aplica en España sale a flote de forma cíclica; como en este primero de septiembre, que deja libres de pago casi medio millar de kilómetros de las autopistas de Zaragoza, Barcelona y Tarragona.

El cambio de estatus de otras autopistas añade lastre a la cifra que ata el progreso de los leoneses a la pata del peaje de la León-Astorga, que tiene por delante otros 34 años de vigencia. Cinco años más que la AP-66, recurrente para la batalla institucional y política que Asturias capitaliza para tratar de limitar los efectos de dos tercios del total del recorrido de pago que se extiende por la provincia de León; la mitad de toda la extensión de vías de alta capacidad de las de pago que tiene el territorio de la autonomía.

La mesa sin león

El Gobierno de Asturias prepara un encuentro con el Ministerio de Transportes con el fin de agilizar una bonificación más alta de las que se aplica hasta ahora al paso por el peaje de La Magdalena. Se deja entrever que la cita, prevista para la próxima semana, aportará un incremento de un 25% en la bonificación. Nadie negocia por León. Tampoco para la AP-71, que sí obligará a retratarse a los procuradores de las Cortes de la autonomía, por una iniciativa propuesta por la UPL.

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