Diario de León

corte en el exilio

Una princesa de Libia nacida y criada en León

La mujer del heredero al trono de este país del Magreb ha recorrido medio mundo y narra sus vivencias como miembro de la realeza .

Quiñones vestida de manola en el paso del Nazareno en León; a la derecha, la princesa Ana María posa en el jardín con su perro. DL

Quiñones vestida de manola en el paso del Nazareno en León; a la derecha, la princesa Ana María posa en el jardín con su perro. DL

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Yaiza DErbyshire | León
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Una cena de Navidad en Roma plantó la semilla que originó el matrimonio entre una leonesa y un príncipe libio. Gracias a una amiga en común, los caminos entre Ana María Quiñones e Idris Al-Senussi se cruzaron en diciembre de 1985.

Ella comenta que siempre fue la «oveja negra» de la familia y que su enlace con un musulmán era un quebranto para sus parientes, una familia de antigua nobleza leonesa. «Pero a medida que lo fueron conociendo, les iba encantando», dice. Y de hecho sus cuatro hermanas le suelen decir que su marido, es mucho menos moro, en el sentido estereotípico de la palabra, es decir, celoso o posesivo, que sus respectivos maridos españoles.

Debido a que el príncipe fue desterrado de su país natal a los 13 años de edad, ha vivido en numerosos lugares del mundo, entrando en contacto con una gran diversidad de culturas. Ana María Quiñones lo describe como un «musulmán moderno».

Su alteza real la princesa Ana María Al-Senussi nació en León y vivió en esa ciudad hasta los 13 años, cuando se mudó a Madrid. Tras casarse con el príncipe libio su vida se convirtió en un constante viaje de un país a otro. Durante la mayor parte de su vida residió en Roma, la ciudad de todas en las que conoció, al margen de León, a la que más cariño tiene. Destaca «su historia, su arquitectura y la gente», ya que muchos de sus amigos están afincados allí. También estuvo residiendo en Washington, Londres, Abudabi y Dubai, entre otros. Actualmente los príncipes viven en Madrid, a donde se trasladaron hace dos años.

Debido a la difícil situación política en Libia, un país que ha sufrido numerosas guerras civiles en los últimos años, la primera vez que la princesa pisó la tierra de su marido fue a finales de noviembre de 2011, al finalizar la dictadura de Gadafi. Ana María Quiñones resalta que la primera toma de contacto con este territorio fue «increíble». Recuerda «la preciosidad de las ruinas griegas y romanas» y «la buena acogida que hubo por parte de los ciudadanos y las autoridades». Para ella lo que más le chocó de la cultura de este país fueron las grandes similitudes que tenía con la cultura española. Afirma que «en España se han quedado muchas tradiciones de procedencia árabe; cuando recorría las calles de Bengasi parecía que estaba paseando por una ciudad del sur de España».

La mayor peculiaridad y también la mayor fortaleza de este matrimonio y familia es la mezcla de culturas y religiones. Quiñones resalta que ella sigue siendo católica «mil por cien», a pesar de que su marido es musulmán y que además de ser jefe de Estado la familia real también detenta la jefatura de la religión Senusita. Aclara sin embargo que para casarse con un musulmán no es obligatorio convertirse a la religión y que pudo conservar sus creencias y su apellido, lo importante es que la descendencia herede la fe del padre.

En su hogar ambas religiones son completamente compatibles y celebran todos los festejos de los dos cultos. Afirma que es «fiel a la Semana Santa leonesa» y que lleva dos años saliendo en la procesión detrás del Nazareno y que su hijo, el príncipe Khaled, musulmán, va a pujar el Nazareno el año que viene.

Para ella lo más importante es el respeto por las creencias de los demás y el hecho de que «Dios es uno para todos, tenga el nombre que tenga». Como cualquier miembro de la realeza ha estado rodeada de cientos de embajadores y numerosas familias notables, pero para Quiñones los reyes eméritos de España son a los que más aprecio tiene. Comenta que «puede que el rey haya cometido un pequeño error en los últimos años, pero siempre hemos adorado a don Juan Carlos y doña Sofía», dos figuras que le han apoyado y aconsejado durante su cargo como princesa en el exilio.

Esta princesa leonesa ama su ciudad natal y una de las cosas que más aprecia es su gastronomía. Nimú, Casa Mando y LAV, son algunos de sus restaurantes favoritos, con cartas que califica de «impecables y sofisticadas».

La familia suele visitar León para ver a sus numerosos parientes y lo que más le impactó al príncipe libio fue su arquitectura, especialmente «los palacios antiguos, la piedra, la Catedral, San Marcos y San Isidoro». También comenta que los leoneses le parecieron «personas nobles y muy directas».

Esta mujer siempre ha tenido una agenda muy apretada con numerosos actos benéficos o eventos relacionados con moda. «Los próximos días 24 y 25 de este mes tengo un acto de beneficencia en la montaña suiza para los menores violentados», enfatiza, pero antes visitará Marbella, su destino habitual para disfrutar del verano.

La princesa con su hijo y su marido durante las vacaciones de Semana Santa de este año en León. DL.

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