Diario de León

¡Que los dioses salven Astúrica!

Los astures, ajenos a las intenciones de los romanos de invadirlos, celebraron ayer la elección de su nuevo príncipe, tras la caída en el frente de Kekilayus, el concurso de druidas y la quema de un gigantón de paja

Un luchador astur muestra la cabeza de un traidor

Un luchador astur muestra la cabeza de un traidor

Publicado por
Silvia Merino - astorga
León

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Caía la tarde. Era un día gris y lluvioso pero nada impidió que ayer las tribus de los astures, concentrados en la plaza Eduardo de Castro de Astúrica y ajenos a la invasión de los romanos, tomaran rumbo al campamento. Como manda la tradición y tras la muerte de Kekilayus, que sucumbió en una batalla, las ocho tribus de Astúrica presentaron a sus candidatos para coronar a un nuevo príncipe astur. Tras mucho fanfarroneo y lucha, las tribus decidieron quién sería el nuevo líder y encendieron, así, el fuego sagrado. Mientras tanto, el ruido de las legiones comenzaba a oírse, los romanos llegaban a Astúrica y partiendo de la plaza Obispo Alcolea llegaron al Melgar donde instalaron su campamento. Los astures continuaban la fiesta celebrando la elección del nuevo príncipe. Así, cuando comenzó a caer la noche inauguraron el primer pase de peinados que algunos peluqueros de Astúrica habían realizado esa misma tarde. Según cuenta la historia, los astures transmitían su cultura en forma de leyendas y mitos. Los druídas eran los encargados de relatar el pasado, y a las 23.15 horas el testigo de la fiesta pasó a estos magos. Druidas y leyendas El archidruída subió al escenario, y colocado entre dos robles, uno vivo en representación de la vida, y otro quemado como símbolo de la muerte, comenzó a explicar qué son y la peculiaridad de estos magos. Mientras, algunos astures llevaron fuego y agua al escenario en representación de los elementos y el concurso de druídas dio comienzo. Cada participante relató una historia de entre cinco y diez minutos. El jurado juzgó el trabajo de los narradores en función de tres factores: originalidad, especificidad y teatralización. Sólo uno podía vencer. A continuación y como final de la jornada, los astures quemarona ritmo de gaitas el gigantón, un muñeco realizado con paja, cañizo y madera de cuatro metros y medio de altura. Los astures creían en este sacrificio para conseguir el favor de los dioses, invocándolos para que el enemigo no pudiera penetrar en sus tierras. La fiesta y la alegría seguían reinando entre los miembros del pueblo astur, ajenos a las intenciones de los romanos, que pretenderán atacarlos y conquistarlos hoy para convertir su territorio en la ciudad de Astúrica Augusta. ¿Llegaran los astures y los romanos a firmar la paz?

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