Diario de León

Juan Antonio Menéndez obispo de astorga

«Haremos lo que esté en nuestra mano para que los jóvenes tengan futuro aquí»

Bregado en el mundo rural, al lado de los mineros, Juan Antonio Menéndez toma las riendas de la diócesis de Astorga con las ideas claras. Se propone impulsar la pastoral vocacional, reconoce que los cambios son buenos para avanzar y tiende la mano a todos los ricones y vecinos para apoyar, ayudar y animar a los que tienen nuevas y buenas iniciativas

Juan Antonio Menéndez, obispo de Astorga desde el pasado mes de diciembre.

Juan Antonio Menéndez, obispo de Astorga desde el pasado mes de diciembre.

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a.g. valencia | astorga
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Hace apenas un mes que tomó las riendas del Obispado de Astorga. Conocedor de la realidad rural, como la de la diócesis, se define como un profundo creyente que vive el día a día con alegría y sencillez.

—¿Cómo recibió la noticia de su nombramiento como obispo de Astorga?

—Recibí la noticia de mi nombramiento como obispo de Astorga por medio del Señor Nuncio de Su Santidad en España y me causó, por una parte, sorpresa y por otra parte un sentimiento de gratitud. Sorpresa, porque no esperaba que, con sólo dos años y medio que llevo de obispo auxiliar pensaran en mi para una diócesis, dado que mis antecesores habían estado más de cinco años. Y sentimiento de gratitud al Santo Padre por la confianza que deposita en mi humilde persona.

—¿Qué retos se propone para la diócesis de Astorga, una de las más grandes en cuanto a territorio del panorama nacional?

—Creo que aún es pronto para concretar los retos pastorales porque apenas llevo un mes en la diócesis. Pero creo que uno de los retos pastorales más importantes será el fomento de las vocaciones sacerdotales, a la vida consagrada y al matrimonio cristiano. Me parece que también debo ocuparme de reorganizar la pastoral en tantos pueblos, tan diseminados y con tan poca gente para que a todos llegue la luz de la Palabra de Dios y el alimento de la eucaristía. Por último, tengo la impresión de que, ante el anuncio de cierre de minas, se creara en algunas comarcas de la diócesis una nueva situación social y tendremos que hacer lo que esté en nuestras manos para que las familias sufran lo menos posible y los jóvenes encuentren un futuro aquí sin necesidad de salir a otros lugares.

—¿Cuáles son sus primeros objetivos?

—Mi primer objetivo y único para este curso pastoral es conocer la realidad social y eclesial de la diócesis, por eso trataré de visitar a todos los sacerdotes en activo en sus parroquias para animarlos, conocer de cerca su trabajo y agradecer su fidelidad a la vocación.

—La de Astorga es una diócesis eminentemente rural. Usted cuenta con una larga trayectoria al lado de los pueblos y de los mineros. ¿Qué puede aportarles?, ¿Cómo valora la situación que atraviesa el sector minero y la despoblación del mundo rural? ¿Cómo cree que puede invertirse la realidad actual?

—Realmente son muchas preguntas en una sola. Tataré de responderlas. Mi experiencia como párroco del mundo rural y del mundo de los mineros se remonta a los años ochenta, antes de la crisis industrial. Tanto el mundo rural como el minero están atravesando una transformación muy profunda que está abocando al cierre de muchos pueblos, una vez que desaparezca la generación de los abuelos. Yo no tengo soluciones mágicas. Creo que debo acompañar la situación, apoyando aquello que contribuya a dignificar la vida de las personas y con la oración. No me corresponde a mí dar soluciones políticas o sindicales sino ser un poco como el paño de lágrimas de las angustias y sufrimientos de las familias que lo pasan mal y animar a los que tienen buenas y nuevas iniciativas. Tanto la despoblación del mundo rural como el paro que está generando el cierre de explotaciones mineras se pude solucionar, en parte, si se apoya el crecimiento demográfico por una parte y por otra si somos creativos y buscamos otros recursos que tiene esta zona para crear nuevos puestos de trabajo.

—Desde su experiencia, ¿Qué puede aportar a la diócesis?, ¿Qué mantendrá de su antecesor?

—Como he dicho anteriormente creo que antes de tomar decisiones debo conocer más en profundidad la diócesis. Mantendré y potenciaré todo aquello que funciona bien en el organigrama de atención pastoral de la diócesis y corregiré o suprimiré lo que esté obsoleto; siempre contando con el consejo de los sacerdotes y de los seglares.

—Usted fue nombrado por el Papa Francisco. ¿Qué visión tiene de la Iglesia actual?, ¿Valora la visión más aperturista?

—Efectivamente, he sido el primer obispo nombrado en España por el Papa Francisco; pero eso no significa nada especial. Mi visión de la Iglesia católica es positiva, a pesar de las dificultades con las que día a día se encuentra. Está creciendo en todos los continentes, aunque en Europa lo hace a ritmo más lento por la impronta de la secularización. Después del Concilio, la Iglesia hizo grandes esfuerzos por actualizarse y cambiar lo que no era esencialmente necesario para que el mundo actual comprendiera mejor el mensaje del Evangelio. Creo que todavía estamos a medio camino y aún se necesita más tiempo para llegar a ser fermento en medio de la masa, luz en medio de la oscuridad y sal que sale toda la tierra. El Papa Francisco con sus mensajes y con sus gestos está dando pasos importantes en esta línea de hacer más comprensible la vida cristina y llevar el evangelio a todos para que crean en él. Los obispos debemos seguir su ejemplo en nuestras diócesis, pero sin mimetismos.

—Cuáles considera las principales necesidades que debe abordar?

—Ya he comentado más arriba que una de las necesidades más importantes es la falta de sacerdotes y consagrados por lo que me propongo impulsar la pastoral vocacional y cuidar mucho a los seminaristas y a los sacerdotes.

—¿Cómo se define?

—Creo que soy un profundo creyente en el Señor que siempre he tratado de vivir confiando en Dios, amando a los demás como verdaderos hermanos y viviendo con alegría y sencillez el día a día.

—¿A qué se debe su lema?

—Siempre he tenido una gran devoción por la oración que el Señor nos enseñó. El haber escogido como lema la frase del Padrenuestro: «Santificado sea tu nombre» me recuerda que debo orientar toda mi acción pastoral y toda mi vida para que las personas conozcan el nombre de Dios y lo bendigan y santifiquen.

—¿Considera necesario algún cambio?

—Los cambios siempre son necesarios porque de lo contrario nos estancaríamos y no progresaría ni la sociedad ni la Iglesia. Por eso, sí, son necesarios los cambios para hacer avanzar el Reino de Dios en la sociedad y en la historia.

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