Diario de León

Las ovejas toman las calles

Madrid, fin del trayecto

La Fiesta de la Trashumancia lleva a la capital de España la tradición de siglos y la reivindicación de una ganadería sostenible.

Los vecinos de la capital asisten atónitos a la pasada del rebaño por las calles. RAQUEL P. VIECO

Los vecinos de la capital asisten atónitos a la pasada del rebaño por las calles. RAQUEL P. VIECO

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pacho rodríguez | madrid

A la altura del 71 de la calle Mayor las ovejas se plantaron, todas a una, como si fuera un gesto de resistencia. En lugar de ir hacia Sol parecían querer volver a la Almudena. Fue un momento anecdótico de la Fiesta de la Trashumancia vivida ayer en Madrid y que la ciudad recibe con entusiasmo, llenando de gente las aceras a un lado y otro desde el kilómetro cero de la capital y en ambas direcciones. Y León está presente en el origen, el de los mejores pastos, que es de donde llegan. ¿Sería que querían volver?

Madrid se llena sobre todo del recuerdo rural, y la Trashumancia es un desfile que exalta la ganadería extensiva, el folclore, la identidad de los pueblos, y dos millares de ovejas que atraviesan los puntos más emblemáticos del centro desde hace 600 años. Aunque ahora, la imagen pueda ser tan potente como ver el rebaño ovino, lo ancestral, pasando por esa Meca de la tecnología que es la tienda de teléfonos carísimos, inalcanzables...

Este año puede decirse que junto a la celebración de un día festivo que comienza el día antes con la llegada a la Casa de Campo, y que luego tiene toda una ceremonia de reencuentro y continuación de la tradición de la trashumancia, de cara al público, muchos de ellos niños, hay que remarcar el espíritu reivindicativo que se reflejo en lo que es casi un desfile urbano. «La ganadería extensiva es conservación del Medio Ambiente», «Progreso sí, mierda no», «Sí a la Trashumancia», «Macrogranjas, no», fueron algunos de los eslóganes que acompañaron un paseo festivo, muy folclórico, pero que encerraba estos mensajes como forma de preservar su subsistencia.

De esta manera, los asistentes tomaron nota pero también disfrutaron de un domingo de buen tiempo en Madrid. Ya, a la altura de La Mallorquina, la mítica pastelería en Sol, dos mujeres recordaban su pasado rural y por eso se citaban previo café descafeinado para empaparse de tradiciones de otros tiempos y lugares.

Y la Fiesta de la Trashumancia volvió a unir Madrid en la calle, que es uno de los sitios en donde más les gusta estar a los habitantes de esta ciudad. La representación astorgana, con su folclore y trajes locales, fue de las más numerosas, destacó también Surcos del Órbigo, pero, desde Burgos al barrio de Aluche, o bien en representación musical o rescatando estampas de siempre, la Trashumancia demostró que de León a Extremadura hay diferencias que más que separar, unen.

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