Diario de León

HISTORIA VIVA DE LEÓN

La quinta generación de ferreteros. Una empresa familiar de más de 120 años

La familia Pacios logra dar el testigo tras 124 años en la plaza del Grano de Mansilla

Luis, la quinta generación, con su padre Cecilio, en la ferretería. FERNANDO OTERO PERANDONES

Luis, la quinta generación, con su padre Cecilio, en la ferretería. FERNANDO OTERO PERANDONES

Ponferrada

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La ferretería Pacios está tan arraigada en Mansilla de las Mulas que acaba de alcanzar la quinta generación. Luis ha cogido el testigo de su padre, Cecilio, cuando se cumplen 124 años de un negocio que sigue en el mismo sitio de toda la vida, en la plaza del Grano mansillesa y con el mismo mostrador de madera de nogal.

Fue ya su tatarabuelo, quien en 1898 abrió las puertas del negocio para dar servicio a la entonces pujante comarca agrícola y ganadera que rodeaba la localidad que baña el río Esla. Ni las grandes superficies, ni los negocios de todo a un euro, ni los bazares chinos... Los Pacios han visto pasar de todo a caballo entre tres siglos. Pero ahí siguen. Como una de las tiendas más antiguas de la provincia de León.

Luis ha cogido el testigo de su padre Cecilio, quien con su hermano ha llevado la ferretería las últimas décadas. Lo tuvieron que hacer casi por necesidad después de que su padre, Luis, muriera joven, con 52 años, en el año 1975.

Historia con historia
La ferretería nació con el tatarabuelo en el año 1898 y ha visto pasar todo tipo de etapas en el comercio

El tatarabuelo, Juan Pacios, compatibilizó el negocio con la labranza para sacar adelante a sus nueve hijos. Entonces se vendían sobre todo azadas, trillos, herraduras, madreñas, cencerros... Hoy serían piezas casi de museo.

La ferretería Pacios quedó inscrita en el Registro de Altas de Industria el 3 de noviembre de 1898 con el número de orden 1.393, tras el pago de 123,75 reales en conceptos tributarios. El documento, rescatado y certificado por la directora del Archivo Provincial de León, cuelga enmarcado en una de las columnas para orgullo de la familia. Y es que el negocio ha ido cambiando y adaptándose a los tiempos pero no su esencia. Ya no se venden aquellos aperos de antes ni apenas herraduras que había que saber distinguir para vacas, asnos, mulas o caballos, entre otras cosas, porque queda poco ganado en la zona, pero sí otras necesidades para los nuevos tiempos, como todo tipo de cosas para la cocina o el jardín. «Yo aún recuerdo las herraduras. Tenían números, como los zapatos para nosotros», comenta Cecilio. «Las de caballar eran más anchas. A las de vacuno se les llamaba callos y había callo liso y callo de llave...», cuenta Cecilio.

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«Yo aún recuerdo las herraduras. Tenían números, como los zapatos para nosotros»

La ferretería también ha tenido siempre cristalería, desde el tatarabuelo, que es otra fuente importante de negocio. Hoy, tanto o más que herramientas, lo que pesa es el menaje, añade Cecilio. Desde cazuelas a cucharas, hule para las mesas.... aunque los Pacios mantienen un amplio muestrario de lo que siempre han sido las ferreterías: tornillería, cerrajería... «Recuerdo también la época en la que venían tantos asturianos a Mansilla. Eran muy aficionados a llevar algo para regalar», añade.

Las puntas al peso son la seña de identidad del negocio. Ha pasado de padres a hijos desde el tatarabuelo. La balanza, las pesas y un amplio muestrario de distintos tamaños siguen en el mostrador, en ese mostrador de nogal con la madera fina y brillante de tanto poner encima, envolver o cobrar, antes en pesetas, ahora en euros. «Aún viene mucha gente y te pide tres de éstas, cuatro de aquellas....».

Los secretos del negocio para los Pacios son la atención y la calidad. «Hay que tener una marca de primera y una regular, pero nunca una mala», comenta Cecilio, que deja escritas estas líneas en su despedida: «Quisiera agradecer la fidelidad de tantos y tantos clientes que han hecho que esta ferretería siga funcionando después de 124 años desde su inauguración, esperando que la quinta generación que comienza su andadura siga contando con el mismo apoyo que siempre hemos tenido para seguir caminando juntos. Satisfecho de haber completado la cuarta generación del negocio familiar y contento de dar el relevo a la quinta generación que recoge el testigo con mucha ilusión, en un momento en que muchos negocios familiares están cerrando. En estos últimos años muchos clientes habituales y otros de paso, como por ejemplo peregrinos a Santiago, al ver la estructura y el tipo de comercio me animaban a encontrar un continuador en el negocio y que conservara todo tal y como esté, que no se perdiera la esencia porque ya no quedan comercios de este tipo».

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