EDITORIAL: Balance negro de 34 años de autonomía

La pérdida de población, de actividad económica y de peso en el contexto nacional de la provincia de León en las últimas décadas es un hecho innegable. Es cierto que los grandes ejes de desarrollo polarizan cada vez más la diferencias entre las dos Españas. Pero en el caso leonés los datos evidencia un retroceso que no es equiparable al registrado en otros territorios con circunstancias similares.

Desde la creación de la Comunidad la provincia ha retrocedido diez puestos en el balance nacional de PIB. Ha perdido más de 45.000 habitantes y tiene una tasa de actividad del 51%, frente al 55 del conjunto de Castilla y León y al 59 del total de España. Su tasa de paro también está por encima de las medias, y son ya más de 50.000 las personas nacidas en la provincia que residen en otros territorios o en el extranjero, lo que supone uno de cada tres de los emigrados en toda la autonomía.

Los datos sí evidencian que a León el actual mapa de comunidades le ha generado un daño añadido con respecto a otras zonas que tienen estructuras similares. Si Castilla y León tiene un problema de desestructuración quizá sería importante que cuanto antes se empezasen a corregir esas tendencias centralistas que reiteradamente denuncian otras provincias.