Diario de León
Publicado por
LUIS DEL OLMO. PERIODISTA
León

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Durante muchos años, el Bierzo ha trabajado seriamente para mejorar la calidad de sus alimentos, y ha conseguido situarse como una de las comarcas de mayor futuro agro-industrial. Algo parecido sucede con sus vinos, considerados por los grandes enólogos internacionales, como caldos excepcionales que pueden desafiar con éxito a los mejores del mundo.

Estaríamos locos si no defendiéramos sin glosas ni distingos, como un solo hombre, esta fenomenal riqueza. Esta reconversión nos la hemos ganado a pulso y es el mejor legado que hemos de dejar a nuestros hijos. Nada ni nadie puede contaminar esta riqueza natural. Porque la contaminación no es futuro, la contaminación no es progreso, la contaminación no es riqueza. Es pan para hoy y hambre para mañana, es una marcha atrás, un retroceso en el camino emprendido.

Las plantas incineradoras son un peligro real, y la intención de la Cementera de Toral de los Vados de quemar residuos el 28 de mayo es un grave atentado contra el aire limpio del Bierzo y contra la salud de todos los bercianos. No podemos resignarnos. Hay que salir a la calle, hay que ir a la radio y a la televisión, hay que escribir en la prensa, simplemente para oponernos con firmeza y decisión a este atentado a la salud.

La combustión impregna el aire de derivados químicos peligrosos para la salud, dioxinas y metales pesados que están en la lista de productos cancerígenos. Esos contaminantes insalubres llegan a nuestro organismo, no solamente por el aire, sino que además afectan a las aguas y a la cadena de la alimentación.

La extraordinaria riqueza y calidad agroalimentaria del Bierzo no puede estar en peligro por culpa de unas incineradoras. El Bierzo exige aire puro, aguas limpias, y alimentos sanos y naturales. Y cualquier planta incineradora afecta gravemente a la riqueza natural de nuestra tierra. El reciclaje de residuos es la solución, porque no contamina el aire y genera más puestos de trabajo. Con el reciclaje de residuos se cumple con la ley y se evitan problemas para la salud.

No se trata del capricho de unos apasionados ecologistas, es un peligro real. El berciano de bien está indignado. Seriamente indignado. Ahora que la clase política está pidiendo su voto, hay que decir claramente que nuestro voto de berciano no ampara ni amparará la incineración de residuos. Que nuestro voto de berciano es un voto al aire limpio, un voto a los productos alimenticios libres de contaminación, a nuestros vinos de calidad asombrosamente perfecta. Que los políticos lo sepan y obren en consecuencia. En el Bierzo no se queman residuos. Ni se queman hoy, ni mañana, ni nunca. Y para eso salimos a la calle. Para decirlo bien alto y bien claro.

No creemos que la incineración prevista por la Cementera de Toral de los Vados se reduzca a residuos forestales, sabemos que se quemarán neumáticos, plásticos domésticos, y otros residuos peligrosos que contaminan nuestro aire y nuestra tierra. Aquí falta claridad y falta transparencia, y contra este ocultismo, no hay otra respuesta que la repulsa clara y contundente de todo un pueblo, unido como un solo hombre. Todos los Consejos Reguladores, y una larga lista de asociaciones y colectivos están unidos en esta lucha. No queremos ninguna planta incineradora. Ni en Toral de los Vados, ni en ningún otro sitio del Bierzo. Queremos un Bierzo limpio.

A estas alturas de mi vida, miro hacia mi querida tierra y lo que siento en este instante es que el Bierzo ha logrado ser un auténtico paraíso natural. Nuestro valle natural rodeado de montañas, tiene un indeleble sello.

Ser berciano no sólo es una condición, es también una actitud. Un berciano cabal no sólo se limita a serlo: ejerce de ello. Siempre que tenemos ocasión, nos convertimos en pregoneros propagando las excelencias de nuestra tierra, magnífica por su historia, asombrosa por su paisaje y acogedora por sus costumbres. Más que mérito, es deber. Y más que deber, es carácter. El berciano, por definición, lucha con todas sus fuerzas para restablecer el impulso de la antigua grandeza de su tierra. Y además de su profesión, tiene una vocación asumida, la de hacer Bierzo.

Hacer Bierzo es conservar nuestra raíz y nuestra esencia, es amar la tierra, desde lo hondo a lo alto, desde el floreciente valle hasta la nevada cumbre, hacer Bierzo es rendirse ante una mesa donde la esplendidez de sus alimentos, la nobleza de sus vinos o la exhuberancia de sus frutas revelan que nuestra tierra es sincera de alma y grande de corazón.

Hacer Bierzo, en definitiva, es seguir el hermoso destino del árbol: abrazar el cielo con sus ramas, al tiempo que ahonda las raíces en su tierra. Hagamos Bierzo así. Con un aire limpio, una tierra sana, un Bierzo cien por cien natural. Saliendo a la calle para gritar a los cuatro vientos: El Bierzo no se quema.

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