Diario de León

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«La sociedad occidental está inmersa en un proceso en marcha consecuencia de la unión de la izquierda política, el globalismo económico y la ideología de género entre otros sumandos. No es solamente una revolución económica que busca la supresión de las fronteras y el libre movimiento de personas, mercancías y productos, es eminentemente una revolución cultural que pretende la sustitución de principios y valores como religión, patria, familia, por otros más al gusto de un nuevo poder global donde el individuo sea más controlable, donde la libertad individual perezca bajo el poder y dictado de las élites bien asentadas en gobiernos, foros económicos mundiales y en el mundo académico universitario. Su principal estrategia, la del lenguaje… El proceso es lento con ideas claras pero sin prisa y sin pausa. Cuenta con todo el dinero de los multimillonarios globalistas y utiliza la estrategia del lenguaje como principal arma». (C. Alonso Ausin).

A todo esto, nos viene al recuerdo unas declaraciones que, de vuelta a España, hizo quien se ocultaba bajo una peluca, en las que decía que a él le gustaría «tener el poder de las conciencias», lo que, traducido en cristiano, quería decir ‘dominar la mente de las personas’. Comunismo, nacionalsocialismo, fascismo y populismo unidos por un mismo fin: someter al individuo controlando su conciencia. Pero, ¿cómo controlar la conciencia de la gente?

«La forma más eficaz de dominación de las conciencias es la creación de una neolengua que niegue la realidad y cree una realidad nueva» (J. M. de Prada). «No le falta razón (a J.M. Prada): se trata de efectuar adiciones a lo políticamente correcto para que el rebaño lo siga mansamente, creando en quienes no lo hagan la mala conciencia de no militar en la ‘modernidad’» (J. M. Otero Lastres). El socialcomunismo gobernante ha convertido los neologismos y el lenguaje inclusivo en sus mejores instrumentos de transformación de la sociedad. Su doctrina ha sido incorporada ya en los libros de texto de Enseñanza Primaria y en el BOE —Real Decreto 298/2021, de 27 de abril, por el que se modifican diversas normas reglamentarias en materia de seguridad industrial—, donde a través de una disposición adicional se introducen cuestiones ideológicas en asuntos puramente técnicos.

La decencia política y el nivel intelectual de la izquierda guerracivilista, radical y rupturista nunca habían caído tan bajo

La decencia política y el nivel intelectual de la izquierda guerracivilista, radical y rupturista nunca habían caído tan bajo. «Desde sus esquemas mentales utilizan juegos del lenguaje con el objetivo de confundir a la sociedad» (J. Rosiñol). Así, encontramos que fabrican distorsionados relatos con los que concienciar a los ciudadanos; lanzan eslóganes de contrastada falsedad: nueva normalidad, salimos más fuertes, nadie quedará atrás; crean etiquetas con las que categorizar, desacreditar y deslegitimar a sus adversarios políticos: facha, franquista, fascista, trifachito; conforman juegos malabares con las palabras: movilidad sostenible, segura y conectada, transformación ambiental y digital, transición justa, conectividad digital, economía verde; repiten una letanía de expresiones vacías como «resiliencias inclusivas, feminismo sostenible, ecologismo empático y equitación protestante con que se elaboran las prédicas del presidente, innobles homilías que, salvo a los bukaneros del Rayo y a algún teleadicto despistado, producen hartazgo, estreñimiento y rechazo» (J. A. Vara); y destrozan el idioma con ridículas memeces: ellos/ellas/elles, hijo/hija/hije, niño/niña/niñe, miembros/miembras, jóvenes/jóvenas. «La política se ha vuelto una variante torticera de la lingüística… Nada está pensado para definir sino para enmascarar» (G. Morán). «Aceptar determinado lenguaje es el inicio de la derrota de las ideas propias» (B. Rubido).

Un cambio social exige un cambio idiomático. «No basta con alcanzar el poder, hay que perpetuarse en él. Por eso se politiza todo, no sólo el dolor: también el idioma o la biología. La conformación de un nuevo idioma nacional debe integrar a los distintos dialectos y sus variantes, así como a nuevas estructuras que cuestionen a través del lenguaje los distintos ámbitos de dominación… (Lo) del lenguaje inclusivo es sólo un paso más… —Carmen Calvo ya propuso modificar la Constitución, nada menos—, algo que les permitirá no sólo colonizar la RAE con una nueva generación de ‘intelectuales’ afines al nuevo movimiento, sino también la mente de nuestros hijos» (G. Sánchez). No obstante, la lengua común de los españoles está tan arraigada y sedimentada, que resultará difícil cambiar sus normas por imposiciones ideológicas y por un oportunismo populista transitorio, cuyo objetivo es modificar principios y valores, borrar referentes y tradiciones, romper nuestra convivencia y modo de vida, y avanzar en el proceso de transformación social y política impulsado por los movimientos globalistas contrarios al orden democrático y liberal establecido.

«Hay que volver a dignificar las palabras… Vivimos en una democracia que ha corrompido el lenguaje, y la forma de volver a dignificar la democracia es empezar dignificando el lenguaje. Eso es importante: la peor corrupción no es la económica, es la de las palabras. Cuando todo significa cualquier cosa, cuando da igual lo que digas porque todo el mundo presupone que es mentira, entonces, la sociedad se vuelve irrespirable. Y una de las funciones de la literatura, y es política, no partidista, pero sí política, es la de dignificar el lenguaje y, en concreto, la lengua castellana» (J. Bustos).

Según hablas, así piensas.

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