Diario de León
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PEDRO TRAPIELLO
León

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E stá deambulando el lleounesismu llingüísticu por la senda que le fija l’asturianu académicu de pallá, del que copia sin duelo para darle cuerpo a una lengua única que llaman «leonés» (¿lleonés, lleounés, llionés, bable astur-leonés?), un «leonés» que batalla por tener un cuerpo único y normalizau en to sitiu cazurru (y nes escueles, ho, tío carayo) con gramátiques y literatures y épiques y tol mantu benditu, sin querer saber ni aceptar que con eso, con lo suyu, enterrarán definitivamente todas las «hablas leonesas», hablas y fablas con sus particularidades, sus fonéticas y vocabularios propios, los que mamó cada cual de su madre y abuelas o de patios y cantinas, hablas comarcales en ocasiones reducidas a un solo valle, hablas de las que queda tan solo un último y agónico vestigio (casi todo en el papel y ya nada en la boca, un contradiós, pues jamás nacieron para escribirse, sino para hablarse), esos restos que se están yendo a la tumba con la última gente anciana que pudo conocerlos vivos o entavía los usó (los imperios y los idiomas nacieron para morir, como todo; de las 6.992 lenguas que existen en el planeta, desaparece una cada quince días, dice la Unesco)... en fin, son esas «hablas leonesas» que resistieron en su ruralidad hasta que desde hace un siglo empezaron a ver roto el aislamiento que las mantuvo en su último vigor: el cabreirés, el pachuezo, el valdornés, el berciano, el valdeonés, el cazurrés castellanote de Páramos y Campos, el montañés, el sayagués zamorano, el serradillano cacereño, el mirandés portugués... y si mueren o murieron esas hablas es porque murieron también las cosas que nombraban, las gentes a quienes servían, sus oficios, tareas, resabios, aquella vida rústica... una muerte natural a la que ayudaron la radio y la tele con su «verbo de gracia» que normalizó el castellano en cada cocina... pero ojo, resucitarlas hoy (o peor, reinventarlas) para nombrar otras cosas y otros conceptos que esas hablas jamás nombraron, otros afanes y otra vida, es vestirlas de patraña y folklorismo ante el altar del patrioterismo paleto... normal, pues, lo del majaeru aquel que traducía al bable «campo magnético» como «prau q’atrapa».

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