Diario de León
Publicado por
Gonzalo G. Cayón, leonés y papón
León

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En la Semana Santa de este año tan especial, en el que, después de estos dos infructuosos años paralizados por el Covid, recuperaremos la normalidad en los actos cofradieros en nuestro querido León, Ciudad Imperial, Urbe Regia y Cuna Mundial del Parlamentarismo, va tener lugar una novedad que sorprenderá por la simpleza de su justificación, únicamente `por la aplicación del sentido común, que a veces es el «menos común» de los sentidos.

El polvo de la calle hacia el Gólgota, cada vez mas angosta, se ha ido pegando, entre sudor y sangre, al rostro del Nazareno. ¡Que desfigurado va! En aquella mirada de sus ojos, limpia como las aguas del lago Tiberíades, apenas hay ya luz y casi ni esperanza.

Según los Evangelios apócrifos, una de tantas mujeres buenas, la Verónica, al verle pasar por su puerta, así desvalido, con el madero a cuestas, con aire de angustia y soledad, se acercó hasta Él y con un paño blanco le enjugó el rostro. Valentía y compasión de esta sensible mujer que socorrió al Hijo de Dios, con tanta intrepidez que no la pudieron contener los soldados romanos.

Y que agradecido el Señor, con ese gesto tan expresivo, al dejar graciosamente sobre el velo blanco con el que le limpió, la bendita imagen de su rostro. Una reliquia que ella veneraría todos los días de su vida y posteriormente todo el mundo cristiano. Hasta aquí lo sagrado.

En el presente año, el abad de Jesús Nazareno, Francisco Jimeno presentó en la capilla de Santa Nonia, una donación suya personal y muy justificada, de un nuevo paño para el paso de la Verónica, del que había sido Seise durante siete años, antes de acceder a la abadía y que fue bendecido por el consiliario D. Manuel Flaker.

Este lienzo le fue encargado al reconocido artista leonés Luis Zotes Flecha, con una sola premisa: «que reflejara fielmente, la cara del Nazareno, para que por primera vez en la historia de nuestro cortejo procesional, después de pasar el Titular, la Verónica portase la Santa Faz de nuestro devocional y expresivo Señor de León». Y así, en el presente y posteriores años, se cumplirá un sueño de muchos «hermanitos de Jesús», entre los que me encuentro. Con esta puntualización designamos lo de «aplicar el sentido común» en la estética de la procesión y «ver en el paño de la Verónica el mismo rostro del Nazareno que acaba de estar ante nuestros ojos en la propia procesión»

El retrato ha sido realizado por el experimentado pintor y retratista Luis Zotes, en su estudio del cercano pueblo a la capital, San Cibrián de Ardón y ha sido realizado al óleo, sobre un lienzo o tela antigua especialmente buscada y preparada para esta obra de arte. Este artista, recientemente, ha donado a nuestra Parroquia del Mercado, antigua del Camino, un cuadro monumental de la Virgen de los Dolores, también al óleo sobre lienzo, y que ya está expuesta en la propia iglesia parroquial.

En nuestra cofradía existen en los archivos pocos datos y un tanto oscuros, sobre la presencia de alguna imagen de la Santa Mujer Verónica en nuestra procesión, tampoco en grabados, pinturas o fotografías, hasta el año 1926.

Por todo ello, la actual imagen de la Verónica sería la imagen primigenia de la Cofradía, incorporada por primera vez al cortejo procesional en 1926, durante la abadía de Vicente Crecente González, siendo su escultor Francisco Pablo, con taller en la calle Alboraya, 34, de Valencia, según reza en una plaquita inserta en la parte posterior de la peana, descubierta en 1984, durante una restauración de la imagen efectuada por Luis Estrada. Fue sufragada por suscripción popular según nos lo recuerda la hemeroteca del Diario de León consultada, de fecha 8 de marzo de 1926, siendo su importe total 2000 pesetas.

En lo referente a los «Veros Iconos» (verdaderos símbolos ó imágenes) que ha portado este paso de nuestra cofradía, tendríamos que referirnos en primer lugar al propio que pendía de la imagen cuando fue adquirida, del cual no existen datos, ni documentales ni visuales. Quizás y presuntamente por ser de mediocre calidad, en los años previos a 1936, le fue encargado un nuevo lienzo al afamado pintor villafranquino Demetrio Monteserin, que ya por aquellas calendas tenia estudio de pintura en León, próximo a la catedral, y que había ya efectuado algún lienzo similar para la ciudad de Astorga, donde estaba vinculado familiarmente, por parte de su mujer, Carmen Nuñez Goy y fallecido en León, en octubre de 1958.

De este paño, de una gran calidad artística muy contrastada, ya no se tiene noticia, habiendo sido reclamada su búsqueda, en repetidas ocasiones en Juntas Generales de Hermanos, en las décadas de los años 70 y 80 del anterior siglo, por el recordado Ramiro Ramos Garrido, abad que fue en 1946, por ser esta una pieza importante del patrimonio de la propia cofradía y mas, vista ahora en el transcurrir de los tiempos, por el prestigio artístico de Monteserin.

Con posterioridad, en el año 1963, el bracero del paso Restituto Labanda Cordero, después abad de la cofradía hermana de Angustias en 1978 , regaló a la cofradía un nuevo paño con la cara de Jesús, realizado por el también hermano Nicolás de la Puente y de la Infiesta, según relata Máximo Cayón Waldaliso en su libro sobre la cofradía (1982). En el año 1991 fue requerido el mencionado donante, para que entregara a la cofradía el paño donado, dado que lo custodiaba cada año en su casa y no fue considerado procedente. Este lienzo ha procesionado en las manos de la Verónica hasta el año 2017, en el que fue entregada otra donación al abad Manuel Modino Martinez por parte del artista malagueño José Palma, que ha sustituido al precedente, durante tres años.

No obstante y anteriormente, en el año 1978, el también cofrade Manuel López Becker, ofreció al abad José Panero Flórez, otro paño con la efigie de Cristo, con el fin que fuera exhibido en la imagen de la Verónica, única y exclusivamente, durante todo el año en la capilla de Santa Nonia, a fin de preservar los utilizados para la procesión, cuestión que se viene respetando hasta la actualidad.

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