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La otra parte de Marlango

Alejandro Pelayo, el polifacético compositor, pianista y productor, presenta esta noche en el Teatro El Albéitar su segundo disco: ‘La memoria de la nieve’

El pianista Alejandro Pelayo, en una imagen promocional de su segundo disco en solitario. DL

Publicado por
León

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Lugar: El Albéitar.

Hora: 21.00.

Entradas: 8 euros.

Alejandro Pelayo, compositor, pianista y productor conocido sobre todo por su trabajo al frente del grupo Marlango junto a Leonor Watling, presenta hoy en El Albéitar (21 horas. 8 euros) su

segundo disco en solitario La Memoria de la Nieve , grabado de la mano de Altafonte. En el disco colaboran Suso Sáiz, Vicent Huma, Pablo Pulido y Marta Mulero en el violonchelo y estará disponible a partir del próximo 25 de octubre en todas las plataformas digitales y en vinilo.

Será así una presencia distinta de Pelayo a la de su más conocida junto a Leonor Watling.

« La memoria de la nieve es la banda sonora de ese instante mágico del invierno cuando empieza a nevar por primera vez y se oye el crepitar de los copos y el frío congela el aliento pero también una metáfora sobre el alzheimer y lo efímero de los recuerdos. Es un disco minimalista de piano y violonchelo sobre la pérdida y las despedidas, con la impagable colaboración de Suso Sáiz, Marta Mulero y Vicent Huma. Es la música que suena cuando se borran las imágenes, lo cotidiano se vuelve irreal y emocionante, y los recuerdos hacen trampa. Es lo que queda después de la tormenta. Música triste para curar la tristeza», señala.

«Intento con la música defender un territorio donde soy feliz y no permito que nada ni nadie ensucie ese lugar blanco donde mis hijos juegan con mis padres y no existe el dolor ni la enfermedad. Voy al piano a esconderme, a refugiarme cuando necesito cobijo o calor. Estas composiciones son fotografías que han perdido un poco el color, en algunas apenas se intuye el paisaje, otras están veladas. Estas doce piezas repiten una y otra vez el motivo principal de la melodía con el firme propósito de no olvidar, de aferrarse a un recuerdo donde fuimos felices», afirma el autor. «Cada invierno vuelve a nevar como si la nieve tuviera memoria de los días y de los lugares y después llega la primavera y los recuerdos se van borrando, se van derritiendo con el sol, y todo lo que nos queda, lo único que nos queda es el presente».

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