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León

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El coronavirus ha cambiado todos los hábitos, al establecerse un confinamiento que restringía la posibilidad de realizar muchas compras durante semanas, lo que ha llevado a los ciudadanos a utilizar los canales virtuales, algo que en muchos casos se desconocía hasta la llegada de la crisis sanitaria.

La media de los consumidores de la zona euro admite que el efectivo se utilizó para liquidar el 38 % de las transacciones en supermercados, el 57 % de las transacciones en pequeñas tiendas para los artículos del día a día y el 63 % de las transacciones en restaurantes, bares y cafeterías.

Además, el 8 % de los encuestados afirma que no había pagado en efectivo desde el inicio de la pandemia, pero de los que habían estado pagando en efectivo, algo más del 35% dijo haber vivido una situación en la que no se aceptaba efectivo (17% raramente, 13% a veces y 5% a menudo).

Si se compara el comportamiento de los ciudadanos durante la crisis sanitaria por países, el informe del BCE revela una «gran variación» de las estadísticas. Por ejemplo, en España, Irlanda y Bélgica más de la mitad de los encuestados admiten que han pagado menos en efectivo desde la pandemia. Muchas de las adquisiciones se han materializado a través de internet. Pero incluso en otros muchos casos, los de las tiendas, los españoles también han tirado más de tarjeta para evitar el contacto con el dinero en efectivo como medida de seguridad. El avance de las tarjetas en España contrasta con otros países, como Letonia o Malta, donde apenas el 25% de los consumidores admiten haber usado más este método de pago frente al efectivo como consecuencia de la enfermedad.

TOCAR EL DINERO

Los españoles son junto a los portugueses los ciudadanos europeos a los que más ha preocupado tocar dinero en efectivo como vía para contagiarse del coronavirus. Los billetes no contagian En concreto, un 62% de los encuestados por el BCE han mostrado este temor, aunque en el país vecino ese porcentaje supera el 70% de la población. Por el contrario, a un 35% de los ciudadanos españoles no le preocupa tocar monedas o billetes a la hora de pagar. En el caso de la media europea, un 55% de los ciudadanos no se ha sentido incómodo con el ‘cash’ entre sus manos.

En cualquier caso, desde el BCE recuerdan que «los billetes no representan un riesgo de infección especialmente significativo en comparación con otras superficies con las que las personas entran en contacto en la vida diaria». Varios estudios de la institución muestran que los coranavirus pueden sobrevivir en una superficie de acero inoxidable de 10 a 100 veces más que en los billetes de algodón. «Al tocar los billetes, la cantidad de virus potencialmente transferida es tan baja que el riesgo de infección es insignificante». Independientemente del modo de pago, se deben seguir observando las medidas de protección recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como «lavarse las manos con frecuencia y mantener la distancia social», recuerda la portavocía del BCE.

Por otra parte, los pagos con un dispositivo móvil (por ejemplo, un teléfono o un reloj inteligente) no ha mostrado un gran avance, a pesar de lo que se pueda pensar en un principio. Porque más de la mitad (53%) de los encuestados afirma que no cuenta con uno de estos instrumentos de pago.

Límite de 2.500 euros

La fortaleza del dinero en efectivo en España, incluso a pesar del coronavirus, contrasta con las últimas propuestas en torno a la limitación del uso de monedas y billetes en determinadas compras, para evitar la economía sumergida, mucho más relevante en nuestro país que en otros muchos territorios europeos.

En España, el límite de pago en efectivo de 2.500 euros fue establecido a finales de 2012 en la ley que trataba de luchar contra el fraude fiscal en plena crisis económica, financiera y de deuda. Desde entonces, se estableció la prohibición de realizar operaciones en monedas y billetes —los de 500 euros se movían hasta entonces de forma habitual entre determinados profesionales y colectivos de la población— cuya cuantía fuera superior a ese importe. En el caso de los turistas, el límite es de 15.000 euros.

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