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Los agresores pierden el control de sus víctimas con el fin del estado de alarma

La violencia machista ha provocado el asesinato de nueve mujeres y un niño desde mayo

Una persona pasa en Bilbao ante el mural en memoria de las víctimas de la violencia machista. LUIS TEJIDO

Publicado por
León

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El fin del estado de alarma ha desatado todos los demonios. Desde el 9 de mayo han perdido la vida nueve mujeres y un niño a causa de la violencia de género. Más de la mitad de los asesinatos ocurridos en lo que va de año se han producido durante el mes de mayo. Sólo los autores de los crímenes saben los motivos de su actuación, si bien hay factores que ayudan a comprender una acumulación de casos tan inusualmente alta.

La primera mujer muerta se llamaba Soledad y había pedido ayuda. La última tenía 21 años y murió el jueves a manos de su pareja en Ibiza. Entre uno y otro crimen media una circunstancia común: el final del confinamiento ha supuesto que los agresores teman perder el dominio sobre la víctima y acaben consumando sus amenazas.

«Al desaparecer el estado de alarma y, con él la mayor parte de las restricciones, las víctimas han recuperado la capacidad de salir de casa y relacionarse, igual que lo hacían antes de la crisis sanitaria, una situación que incrementa el riesgo en la misma medida en que aumenta en el maltratador la sensación de pérdida de control sobre la víctima», asegura la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del CGPJ, Angeles Carmona.

Con independencia del contexto actual, hay condiciones que aumentan el riesgo para la víctima. La vulnerabilidad se acrecienta con la maternidad y la dependencia económica, según Carmona, quien aduce que no se puede concluir que haya una época más peligrosa que otra. «Sin embargo, las sentencias que se dictan por nuestros tribunales ya han señalado que la mayoría de los asesinatos se produce en el periodo de crisis de la pareja, normalmente cuando la mujer verbaliza su intención de dejar la relación», arguye la vocal del Poder Judicial.

Hasta ahora, han muerto 17 mujeres en lo que va de año en crímenes machistas. En cifras globales, las víctimas de la violencia de género en España suman ya 1.094 desde 2003, cuando se empezaron a recopilar datos.

Para el secretario de la Asociación Alma contra la Violencia de Género, Gregorio Gómez Mata, también influye en esta eclosión de crímenes el efecto imitación. «Si uno se fija hay una especie de contagio. Me acuerdo de una época en que a los asesinos les dio por explotar bombonas de butano.

El agresor puede pensar: «Si él se ha atrevido, ¿por qué yo no?».

Los crímenes en España ocurren cuando hay periodos de contacto y convivencia intensos: veranos, Navidades, vacaciones...». Según Gómez, hay muchos factores que hacen que los protocolos fracasen. «Si las personas tienen formación, pero no concienciación, los responsables de prevenir estos actos no saben de qué va la película. En cuanto a las medidas que se consensuaron en el pacto de Estado, ahí están, metidas en un cajón. En los procesos de formación para jueces, fiscales y abogados, se habla de leyes, pero no de motivos y causas».

Durante el confinamiento, el número de casos de violencia de género experimentó una caída notable. El número de mujeres víctimas de violencia de género disminuyó un 8,4% en el año 2020, hasta 29.215 casos, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

CASAS DONDE SE ESCUCHA TODO

El penalista Ramón Belo Silva, de Everest Abogados, atribuye este descenso a que durante el confinamiento «víctima y agresor convivían juntos las 24 horas de día», de manera que la vigilancia y el asedio del hombre sobre la mujer eran muy grandes.

«Donde más ha crecido el maltrato ha sido en las clases poco adineradas. Las casas eran pequeñas y una llamada a la policía era fácil de escuchar por el agresor. Cuando se ha aflojado la cuerda, las mujeres han podido aprovechar para ir corriendo a comisaría», arguye Belo Silva.

«Se han dado casos de control en que el agresor llega a saber dónde está su pareja gracias al GPS del móvil. Ahora están empezando a funcionar mucho mejor las denuncias telefónicas. En la medida en que crece la autonomía de las víctimas para poner en conocimiento de la policía sus casos, se denuncia más», argumenta el letrado.

Al margen de la insuficiencia de recursos públicos, los especialistas subrayan la necesidad de denunciar los hechos, única manera de poner en marcha la maquinaria de amparo y ayuda. «Sin denuncia no se pueden dictar órdenes de protección, ni se pueden colocar dispositivos electrónicos, por poner solo dos ejemplos. Y sin denuncia no se puede detener y enjuiciar al maltratador ni evitar que siga actuando con total impunidad», alega Carmona.

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