Diario de León

Alfonso García

Los olvidos de la pobreza

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Acabamos de salir de una campaña electoral, en un país que siempre está en campaña. Es doloroso escuchar tantas promesas llenas de vacuidades, mentiras y estupideces, con cabezas rampantes en los falsos territorios de las innúmeras Jaujas y de los engaños que cambian la orientación de los puntos cardinales de quienes andan con frecuencia tan desorientados y perdidos. Nada detiene sus aspiraciones. Convencido como estaba, estos días de invasiones políticas me han reafirmado en lo esencial, que ninguna tiene como objetivo descubrir la verdad. La falta de un mínimo consenso en algunos asuntos de suma importancia colectiva es una de las consecuencias, ya que supongo que solo avanzaremos si no ideologizamos todo, una de las grandes asignaturas pendientes, y no la estiramos tanto que se rompa el asunto —sin solución, por tanto— en miles de pedazos. Sigo creyendo que hay temas que no tienen ideología.

Como el de la pobreza severa. Déjense de tildar el recordatorio como buenismo o populismo. Porque ahí están los desamparados, los que piden ayuda de urgencia desde las colas del hambre, el personal en situación de pobreza extrema. La última edición de Focus in Spanish Society habla de un total de tres millones y medio de personas que viven en privación material severa, un millón más que antes de la pandemia. Súmense parte de los del salario mínimo, los aún más explotados de las minusvalías sin que nadie controle, la temporalidad, la parcialidad involuntaria, la precariedad en definitiva, sin que haya palabras en los programas rimbombantes, sin que haya programas –solo vamosa- o impunidad en los incumplimientos que tanto cantan. No olviden que invertir en tratar de mejorar la suerte de los que peor están es más saludable socialmente que hacerlo en los que están bien o muy bien. Hay partidas en este sentido en las Administraciones que sonrojan. La eficacia de las iniciativas hacia los primeros daría seguramente otro aire a este país en el que son muchos los que sufren.

Los aplausos en política son siempre coyunturales, sobre todo si no advierten de facto que la pobreza se cronifica, se prolonga sin ver un final. La raíz se incardina también en el hecho sociológico de la lenta desaparición de la clase media. Crecen los ricos, que se enriquecen más, crecen los pobres, que se empobrecen más: se ensanchan ambas franjas, limitando la intermedia. Nunca es buena noticia, por la pérdida del equilibrio social.

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