Diario de León

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Entre los términos sometidos a la dinámica de la resistencia de materiales, como esos sillones de Ikea metidos en una urna a los que tortura un muelle para que comprobemos cuántas veces podríamos tirarnos encima antes de que parta, la estupidez política sofoca desde hace tiempo al sustantivo movilidad. Aunque sin llegar a los extremos de resiliencia, que hace tiempo que salió del diccionario con las manos en alto cansada del sobeteo indecente de los poderes públicos como sinónimo de sacrificio incondicionado, a movilidad se la ha denigrado incluso con su entrada en el membrete de un ministerio para servir como coartada a todo tipo de desmedidas. La última invocación en vano coloca al término como justificación del Gobierno para eliminar la parada del autobús en 40 municipios leoneses. A movilidad, tocada por las centrales de propaganda con la varita de lo positivo, tendrán que agradecerle a los 54.922 habitantes censados que a partir de ahora no pare Martiniano en su pueblo.

La desaparición del coche de línea revienta otra posta más en la carrera de los vecinos de los pueblos por su supervivencia, pese a que el presidente de la Diputación, Eduardo Morán, justifica a su partido por lo que entiende el borrador de un plan «valiente», quizá porque da miedo. Con la misma filosofía que prima el AVE para acortar tiempos, mientras borra frecuencias de las estaciones intermedias, o que condena a morir por inanición a Feve, el Gobierno traza un mapa de grandes núcleos en el que le molestan las chinchetas de los pueblos. El criterio de la rentabilidad económica, no social, sustenta la ordenación territorial, inventada por la Junta hace años, en la que se esconde el agrupamiento de servicios para ahorrar costes, como en los consultorios rurales en los que vuelve a darse un verano con escasez de médicos y enfermeras, y paisanos cansados de pedir cita y desplazarse a la cabecera de comarca hasta para tomarse la tensión o mirarse el azúcar. El principio, idéntico al que guía las decisiones de los bancos, que ya han abandonado 132 de los 211 municipios leoneses y dejado a sus 60.956 habitantes sin servicios, fía todo al negocio. Los habitantes de las localidades que escapan del radar de su objetivo de beneficios se ven condenados a concentrarse en núcleos más grandes o quedarse aislados. Cuando hablan de movilidad quieren decir que nos movamos. En leonés, que nos marchemos.

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