Diario de León

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No habíamos advertido que dentro de lo buenos que nos haría el virus, de lo mucho que nos enseñaría el confinamiento para que purgáramos los pecados del capitalismo desatado con el catecismo de la piscina de Galapagar, la lección más notable nos iba a mandar a la casilla de salida de sexto de Primaria. Los viernes, ahora, no empieza el fin de semana, ni se avista el alféizar de las terrazas del casco histórico para lanzarse desde ahí al vuelo rasante de dos días de fiesta. Los viernes, en esta nueva realidad que han diseñado para nosotros los arquitectos de la ingeniería social, de los conceptos de buenos y malos con los que se etiqueta a la población para arrojarla contra quienes no piensan como ellos, toca repasar el mapa de España. La asignatura de Conocimiento del Medio, que fue la puerta por la que a la materia de Ciencias Sociales de toda vida le colaron las autonomías el adoctrinamiento político, como ese que busca convencer a los guajes leoneses del nacimiento de Castilla y León con el hombre de Atapuerca, encuentra un escenario privilegiado en los concurso de promoción de las fases de cuarentena. Ahí, en una de esas plantillas en las que las televisiones inundan de colores al azar las casillas, nos encontramos con una distribución territorial en la que no nos reconocemos.

El sistema, arbitrado por el Gobierno para camuflar con apariencia técnica un reparto político, nos descubre en el desamparo del cuadrante en el que muchos no sabían ni que estábamos. Mucho peor supone bajar al mapa físico, en el que aprendimos a colocar montañas y ríos, para descubrir el reparto de las zonas básicas de salud en el que se esconde la organización del territorio perpetrada por la Junta. No se trata de que la administración autonómica no nos promocione, que a eso estamos acostumbrados. El modelo hace que un paisano del Condado se quede en fase cero por depender de la capital, pero la prima de Villamoros se libera del corsé por pasar consulta en Mansilla; o que los vecinos de Puente Villarente descubran que son de dos categoría sólo con rebasar la raya imaginaria de la acera. En esa jaula estamos, con un criterio para el avance que consagra que hay que tener tres contagios en 15 días para abrir la puerta, da igual que sea en el marco de las 900 cartillas de Truchas o a las 9.100 de Coyanza. En esta evaluación volvemos a suspender. No vamos a pasar de curso.

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