Diario de León

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El anuncio de los alcaldes de Astorga, Bembibre y Ponferrada, de que se pondrán manos a la obra y presionarán para que se mejore el tren, tiene un singular interés. Estamos demasiado acostumbrados a que cada político sólo saca la vena reivindicativa cuando le toca atizar a los rivales, independientemente de la institución de que se trate. El susto o muerte, o más bien la callada cómplice, suele ser un buen parapeto a la espera de tiempos mejores.

Lo del tren que discurre por la provincia tiene su buena dosis de historia peculiar. Allá por el año 2000, un presidente socialista del Consejo Comarcal del Bierzo incluso saltó a las vías en la estación de Ponferrada para cortarlas y exigir lo que entonces se denominaba el TAV (tren de alta velocidad). Promovió una plataforma que sacó a 6.000 personas a las calles en una manifestación a la que acabó incluso sumándose el PP para evitar el linchamiento. De todo esto y del hundimiento del Prestige llegó la puesta en marcha de los trabajos para sustituir el trazado decimonónico en el acceso a Galicia por el Bierzo. Pero cuando llegó el cambio de Gobierno, allá por el año 2004, como suele ser habitual lamentablemente, lo hecho se fue al fondo de los cajones.

Más allá de la imprescindible reposición de las frecuencias en las estaciones de la España Vaciada, en el caso de la línea León-Astorga-Bembibre-Ponferrada —y un largo etcétera de localidades gallegas hoy marginadas por la opción Sanabria del AVE del noroeste— urge recuperar el tiempo perdido. Estas dos décadas probablemente habrían sido tiempo suficiente para poder acudir hoy a Europa con unas mejores cartas para hacerse un hueco en sus planes de nuevas comunicaciones. Fraga se llevó la línea de pasajeros al sur, y Zapatero enterró la opción de ese segundo acceso más polivalente por el norte. Y todo, por cuestión de contar votos y jugar bazas egoístas y partidistas.

Ahora toca devolver el asunto a las mesas de debate, y resulta interesante que sean tres alcaldes del PSOE los que dicen que van a desplazarse a Madrid —aguardamos noticias— para reivindicar a un Ejecutivo de su mismo color. Al entonces presidente del Consejo del Bierzo se le olvidaron sus ansias movilizadoras cuando en 2004 cambió el inquilino de La Moncloa. Ahora, al menos, los que piden mejores vías circulan por el mismo carril del que decide...

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