Diario de León

Creado:

Actualizado:

Creerse invencible tiene un precio: cuando llega la ola, te pilla desprevenido. No somos capaces de ver que nuestras vidas ya han cambiado porque no tenemos la perspectiva que proporciona el tiempo. El virus nos mantiene en una falsa impresión de seguridad. Parece que estar dentro de casa, hibernando, hará que cuando llegue la primavera la vida vuelva a fluir como si nada hubiera pasado. Pero las horas de los hombres no se conjugan en presente y ahora el futuro es un lugar al que no somos capaces de llegar. La inmediatez de la información nos oculta el horizonte y el miedo ensombrece el mañana. Puede que ahora sea para siempre el recuerdo del pasado, ese lugar que habitábamos sin dar importancia a que el viaje podría terminar.

Llegó como el viento. ¿Recuerdan el comienzo de  Las uvas de la ira ? Steinbeck describe el éxodo de los Joad como el Libro nos cuenta las plagas de Yavéh. La obra es el viaje de una familia de ‘aqueos’ sin esperanza, un trayecto de desolación desde la pobreza a la certeza de que la Tierra Prometida no existe.

León está a punto de entrar en esa California que mana leche y miel a cuya mesa no estamos invitados. Nunca lo estuvimos. Ha cerrado toda la industria de la provincia, la que quedó después de que la costra de la transición (in)justa sepultara las minas, de que los ‘prometeos’ robaran el elixir inmortal a los dioses de piedra. Se secaron pastos y cosechas... y continuamos callados. Siempre es mejor no protestar; siempre es preferible quitarse la gorra, agachar la cabeza y conformarse con el mendrugo que te dan. León bajó ayer (16 de marzo de 2020) la trapa de la provincia para siempre. Una economía basada en los autónomos y los servicios no podrá soportar los meses de cierre que la enfermedad nos impone. Nos hemos quedado en casa rezando para que el ángel exterminador pase de largo. Aún no sabemos en qué dinteles hay sangre de cordero, pero podemos adivinar ya qué hijos seguirán con derecho de primogenitura.

tracking