Diario de León

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Aveces me gusta pensar qué pasaría si pasaran cosas imposibles. Algo imposible es que Silvia Clemente regrese a la política, si es que alguna vez se fue. ¿Qué ocurriría si lograra, pongamos, un procurador? Ella, por ejemplo. ¿Y si lograra dos? Ahora que todos creen que el PP está convencido de que habrá elecciones en primavera, ahora que de tanto repetirlo ya ni siquiera Francisco Igea sabe el significado de compromiso y palabra, ahora, que parece que el PP se cree que puede gobernar sin Vox, puede ser que todo sea un engaño, una simulación, un intento de hacernos creer que la legislatura tendrá un tropezón para coger impulso cuando todo eso de lo que hablamos está más lejos que hace un mes.

Lo único cierto es que no hay ningún escenario más incierto que el que se nos viene encima después de Navidad, que todo es más posible que nunca, sobre todo después de que PP y Gemma Villarroel hayan votado en la Diputación la moción contra la sanidad de Casado, que todo esto se parece cada día más a la ceremonia del dislate, que no sé qué hacen los vecinos de Igüeña en la calle cuando la delegada de Mañueco os promete que el médico os lo van a llevar a casa. ¡Pero de qué os quejáis!

Mientras, con Vegas del Condado la causa leonesista —la única útil, diga lo que diga sobre las trampas Andrea Fernández— ya ha sumado a más del 50% de la provincia, una hazaña que algunos se esfuerzan en ignorar pero que avanza por la fuerza de la razón.

Así que sí, ¿Qué pasaría si el leonesismo, mayoritario, se convirtiera en real y Luis Mariano Santos tuviera compañeros de escaño? ¿Cuáles serían las cuentas para que la Junta pudiera llegar al desgobierno perfecto?

La aritmética nos puede dar grandes sorpresas, sobre todo si Soria se convierte también en la razón de votar de los sorianos y los abulenses obligan a Pedro Pascual a exigir algo más que un helipuerto para votar los presupuestos. Aunque, puede que el PP esté a otra cosa que a que le aprueben las Cuentas, que tal vez esté rezando para que le pase como en Lisboa.

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