Diario de León

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Miguel Martínez, exalcalde de San Andrés del Rabanedo, exsecretario general del PSOE leonés y expresidente de Paradores acaba de contar en una entrevista en este periódico que padece alzhéimer. Lo ignoraba. Hace unos días nos cruzamos en la calle. Ahora lamento haber llevado prisa y haberle saludado solo con una sonrisa y un movimiento de la mano. Maldita prisa, espejismo que nos creamos. Él hizo un gesto como diciéndome: oye, tú eres… y asocié su perplejidad a mi mascarilla y a que ahora llevo melena. Miguel estaba más delgado y con el pelo muy blanco. Lo encontré guapetón. No quiero decir que ante no lo fuese, sino que la fragilidad embellece. Nacido en 1951, siempre ha parecido joven. Siendo alcalde de San Andrés me paró en la calle Ancha, él iba con una bolsa de sus pasteles preferidos y me ofreció uno. Me contó que se sentía identificado con el humor de mi columna porque le daba «retintín» sexual al lenguaje. Fingí extrañeza, aunque es o era así. «Te voy a adivinar tu signo zodiacal….», me retó. A la tercera o cuarta tentativa fallida se rindió. Le dije: «Libra». Y exclamó: «¡Toma, igual que yo!». Siempre me ha parecido una anécdota representativa de su simpática naturalidad. Antes de despedirme me ofreció otro pastel para el camino. Hoy le aplaudo por haber dado el paso de hacer pública su enfermedad, con una franqueza ejemplar que ayudará a muchas familias. No era una entrevista más, le felicito por el resultado y lo hago extensivo a la entrevistadora, Carmen Tapia. Para que se te responda con corazón hay antes que haber preguntado con él. Solo al buen periodista los años le hacen serlo mejor.

Apunta Miguel en la entrevista que quizá su alzhéimer sea la consecuencia de sus años de estresante trabajo. Puede ser. Las preocupaciones no se diluyen solo por dejar de tenerlas, quedan en algún lugar de nuestro interior, hasta que a veces nos regresan convertidas en enfermedad. Todo deja huella, hasta lo que perdonas. Deberíamos tatuárnoslo de jóvenes, para no olvidarlo.

Dice que desde que fue diagnosticado se ha vuelto más sensible. Siempre lo fuiste, Miguel. Perdona que no me detuviese. Te mando un abrazo, también a tu mujer y a tu hija. Una entrevista inolvidable, sin prisa.

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