Diario de León

Estanislao de Luis Calabuig

Acuerdo contra el cáncer

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Ante el estado de emergencia creado por la presencia de la pandemia surgida por la infección del coronavirus SARS-COV-2, se ha hecho necesario desde la Asociación Española Contra el Cáncer diseñar un nuevo enfoque que se adapte a la nueva realidad social, que garantice la sostenibilidad, y vaya dirigido a paliar la falta de equidad en los programas de prevención del cáncer, en la respuesta al adecuado potencial de vivir con cáncer, y al acceso a los resultados de investigación. En definitiva, se trata de exteriorizar y sensibilizar a la sociedad ante la realidad de que el cáncer es igual para todas las personas, pero no todas son iguales frente al cáncer.

El problema se ha hecho evidente con la prioridad para el sistema de salud del impacto de la covid-19, dejando en posiciones secundarias la proyección del cáncer, no tanto en los tratamientos en curso o en las intervenciones quirúrgicas calificadas como urgentes, pero si en desplazamientos de situaciones más rutinarias con retardos en las agendas y, sobre todo, en la sensible reducción, cuando no casi total eliminación, de las prácticas de prevención que hasta ahora se manifestaban con una proyección en incremento, perfectamente asumidas por la práctica sanitaria, como las mamografías o los cribados para la detección de sangre en heces, como precaución sistemática contra los muy frecuentes cánceres de mama o de colon, respectivamente. Nadie debería quedarse sin ser diagnosticado como consecuencia de cualquier tipo de crisis sobrevenida. Es prioritario entender la necesidad de llegar a un acuerdo contra el cáncer para que la pandemia no siga provocando que uno de cada cinco pacientes de cáncer no sea diagnosticado a tiempo.

Es necesario volver a insistir que en tiempos de la covid-19 la emergencia en cáncer continúa, porque el cáncer estaba, está y estará a pesar de la pandemia que ahora nos preocupa y nos asola. La pandemia no ha hecho más que agravar una situación que ya era desigual para muchas personas con cáncer. Es fundamental comprender que cualquier retraso en los tratamientos, y fundamentalmente en la detección precoz de cualquier posible manifestación de cáncer, supondrá a lo largo de los próximos años un incremento de estas enfermedades y además y, lo que es peor, en fases más avanzadas, con más dificultades en su medicación, más probabilidad de desenlace fatal, y más gastos económicos para toda la sociedad. En definitiva, el impacto queda definido por la situación en tres diferentes ámbitos: Sanitario, Social y Emocional

El impacto sanitario se puso de manifiesto durante el periodo de confinamiento del año 2020 con una reducción del 21% de nuevos pacientes, principalmente causado por una sensación de recelo o miedo, que se traducía en no acudir a los centros sanitarios (por otra parte bastante bloqueados como consecuencia de la irrupción violenta de la pandemia), para recibir la ayuda o el consejo necesario sobre los síntomas que empezaban a manifestarse.

Esto significa que un número muy elevado de personas que tienen un cáncer no lo saben, por lo que todos los implicados en la lucha contra el cáncer, y especialmente los especialistas sanitarios, están actualmente replanteando y reinventando la atención oncológica.

Para pacientes ya diagnosticados, un 17% ha sufrido un grave deterioro en su particular economía que no han conseguido superar a lo largo de estos meses transcurridos, en los que ha tenido que enfrentarse a un tratamiento activo mientras quedaba en situación de paro laborar o con un expediente de regulación temporal de empleo, provocando en conjunto un crecimiento significativo de fuerte repercusión como impacto social.

El malestar emocional, que afectaba durante el confinamiento a un 34% de los enfermos de cáncer se incrementó durante la segunda oleada de la pandemia hasta el 41%, y ha sido aún superior en familiares, ya que han necesitado tratamiento clínico el 57%.

En los pacientes de cáncer se han detectado proporciones muy elevadas de temor a enfermar por covid-19 cuando se comparan con la población general (86% frente a 57%). Es igualmente significativa la sensación de soledad no deseada que han percibido estos pacientes oncológicos. Como consecuencia de esa experiencia estadísticamente valorada se hace oportuno y obligado aumentar la atención psicológica especializada. Por lo tanto, desde la AECC creemos necesaria la justificación de insistir en la importancia que en la sociedad actual tiene la preocupación por la evolución del cáncer, y que hay que seguir concienciando para que toda la población tenga la información necesaria y suficiente para que pueda tomar, de una manera fácil, las decisiones saludables que llevarían a evitar hasta el 50% de nuevos casos de esta enfermedad. Hay que conseguir que se reinicien e incrementen los programas de cribados preventivos con independencia del lugar de residencia y de la situación social o laboral de las personas.

Habrá que lograr una reactivación de la atención primaria que subsane con la máxima eficiencia posible los casos aun no diagnosticados. También será prioritario apoyar a los enfermos de cáncer en situación de vulnerabilidad social y económica para que no caigan por debajo de los umbrales de pobreza. Y como base fundamental del conocimiento hay que continuar apostando por la investigación, a cuyos resultados toda la sociedad debería tener acceso al ser traducidos en diagnósticos tempranos, tratamientos eficaces y, en definitiva, con conclusiones que van dirigidas a mejorar la calidad de vida de las personas.

Por una vez, pongámonos de acuerdo. Pese a nuestras diferencias, luchemos para que en el cáncer no las haya. Para que, por muy distintos que seamos, juntos consigamos que todos tengamos las mismas oportunidades para enfrentarlo. Pongámonos de acuerdo contra el cáncer porque todos somos iguales frente a esta enfermedad.

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