Diario de León

Creado:

Actualizado:

Desgarra escribirlo, pero aunque han pasado 80 años parece que todavía no hemos superado la Guerra Civil. Quizá porque algunos dirigentes viven de soplar sobre las brasas del pasado, en la política de nuestros días subyace la nostalgia de la aniquilación civil del contrario. No hay debate parlamentario en el que frente a problemas reales —la pandemia que sigue sin control, el drama del paro en cifras históricas o el cierre de empresas por insolvencia— no hay forma de reducir la agresividad y pactar soluciones alejadas del sectarismo de partido. Ahora mismo cuando el Gobierno sigue funcionando con los Presupuestos del ministro del PP Cristóbal Montoro ¡hace más de dos años! no hay manera de que Pedro Sánchez, a la vista de la situación de emergencia nacional en la que nos encontramos, tenga un gesto de grandeza y vuelva a llamar a Pablo Casado, líder del primer partido de la oposición, para intentar arreglar la situación. O por lo menos, para no empeorarla políticamente, como le está haciendo su vicepresidente Pablo Iglesias buscando el apoyo de partidos como ERC o Bildu.

Casado se niega a pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, porque recela de las intenciones de Sánchez decidido a situar en tan altas instancias a afines a Podemos.

La dirección del PP está sometida a la tensión ambiental nacida de las revelaciones judiciales sobre el caso Kitchen y tiene, también, otro foco de preocupación que procede de la presión que recibe de una parte —minoritaria— de sus votantes tradicionales, a los que complacería que el partido apoyara la moción de censura que prepara Vox aún sabiendo que está condenada al fracaso, y que se convertirá en un ejercicio pirotécnico que a la postre favorecerá a Sánchez que la dará la vuelta y convertirá la derrota de la moción de censura en un triunfo, en una moción de confianza de la Cámara.

Ahora que Inés Arrimadas quiere a toda costa subir a Ciudadanos al tren que conduce Sánchez para lograr apoyos a los Presupuestos, el PP corre el peligro de quedarse muy solo. Sánchez tiende a resucitar el ‘pacto del Tinell’, aquella antidemocrática operación nacida en Cataluña que intentó trazar lo que llamaban un cordón sanitario alrededor del PP. Medios no le faltan y van a aprovechar. El objetivo es arrinconarlo.

tracking