Diario de León

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A la velocidad con la que crecen los contagios volveríamos al confinamiento de no ser porque el 14 de febrero se celebraran elecciones en Cataluña. Tal es el grado de manipulación de la política que padecemos. La designación de Salvador Illa como candidato a la Generalidad, dejando atrás la responsabilidad de coordinar la lucha contra la pandemia, es el factor que marca la prioridad de La Moncloa. En la despedida de Illa Pedro Sánchez habló de la pandemia en pasado. Como sí las cosas no estuvieran como están y la pandemia no fuera ya asunto suyo cuando estamos asistiendo a una progresión brutal de los contagios.

No hay gestos o expresiones de piedad o empatía hacia las víctimas y sus familias en medio de una tragedia que supera cuanto habíamos conocido hasta la fecha. Sólo cálculos políticos. Que si Illa puede ganar las elecciones y formar un «tripartito» en Cataluña con los separatistas; que si a modo de torna ERC se mantendrá como socio parlamentario durante el resto de legislatura. Y en medio está el nombramiento de Miquel Iceta como ministro de Política Territorial. Es un profesional de la política en el sentido más crudo del término: sin oficio alternativo y con beneficio ininterrumpido al hilo de su probada capacidad de maniobra. Es el hombre que le abrió al mundo los ojos acerca de qué en España, en realidad , tenemos ocho naciones. Es decir, que vamos por buen camino .

El mismo que apunta el nombramiento de Carolina Darias, abogada y funcionaria, para ocuparse de Sanidad en el momento en el que el virus parece haber cogido carrera. Pudiendo nombrar a un experto —epidemiólogo, médico—, para qué molestarse si,como estamos viendo, la prioridad no es la pandemia. Para Sánchez la prioridad es la política. Asegurar la continuidad en el cargo pase lo que pase. Sólo sí entendemos que ése es su punto de partida y no hay otro puede encontrar explicación la negativa a autorizar a las Comunidades Autónomas que lo están pidiendo una regulación más restrictiva del toque de queda o incluso la vuelta al confinamiento visto el alarmante crecimiento de los contagios. En esas manos estamos. Lo peor que se puede añadir es que la situación no cambiará mientras la oposición no espabile.

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