Diario de León

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Si la lluvia en Sevilla se encaramó al primer puesto entre los ripios de las élites culturales que beben los vientos de Telecinco, no se ve límite al recorrido que tendrá el tema en León cuando se popularice el poder avasallador de la nieve de octubre. Como estamos hechos de sensaciones, esta del ris que jode el cutis y aclara las ideas calenturientas de la dictadura climática que trae el regañón instalado en los balcones leoneses del cordal, regala billetes para la felicidad a los soñadores recurrentes. No quita que en quince días vuelvan los predicadores que miden la cercanía del fin del mundo en la presión atmosférica a enredar en el parte de la tres con la pelota de Teresa Ribera y lo infelices que eran los niños en el infierno de julio, cosa de los fachas y un castigo anticipado por votar mal en las elecciones de Suecia, y el desvío de los Fratelli de Italia, no falte el repaso a Meloni en la sobremesa. Hay que ajustar el termostato a las necesidades del discurso político. El frío fundó occidente casi al mismo tiempo que el cristianismo y la libertad. La del individuo. Merecen elevarse a mito los años que acuchillan el verano, el ardor venezolano, el bochorno pegajoso del peronismo porteño, el polvo magrebí, en una esquina oscura del equinocio, y se desangra el sanmiguel por los atardeceres encarnados de toda la tensión acumulada en la secuencia repetida del estío, incriminado por los estertores de la maquinaria mediática del Gobierno. Va a nevar, y no es una amenaza. Es un estado de ánimo certero sobre la circulación del aire por las autopistas de la troposfera mientras borra todas las pruebas de unos meses infames, que hasta ahora se llamaban verano. Va a nevar, para satisfacción de los que tiran de porrón y botijo con el trasvase a la opulenta Castilla y la transacción al emergente Portugal; va a nevar antes de que llueva, que es una señal quimérica, al nivel de la distinción que prestan los años declarados santos, los que se inician con la apertura de la puerta del perdón. Va a nevar sobre los rescoldos de la hoguera veraniega que puso a prueba la fe de la gente obligada a saltar descalza sobre el fuego; va a nevar, así, de sopetón, para tumbar las espigas de la hierba seca de las lomas y cubrir de honra la memoria; va a nevar, para gloria de las próximas siete lunas de León.

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