Diario de León

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La semana pasada asistimos a la maravillosa noticia de un nacimiento muy especial, el de la primera cría de bisonte europeo en libertad en la reserva de Anciles de León. Es una estupenda noticia con la que además de poner en el mapa a esta reserva de Riaño en todos los medios de la prensa nacional, se confirma el éxito de esta iniciativa para reintroducir a esta especie en diferentes reductos de la Cordillera Cantábrica.

Actualmente, hay una iniciativa en Change.org para recoger firmas que consigan que el Ministerio de Transición Ecológica incluya al bisonte europeo en la lista de especies salvajes de España, para dar una base legal a la lucha contra su extinción, que ahora está prácticamente en manos de iniciativas privadas.

La reintrucción del mamífero más grande de Europa en nuestro país comenzó hace aproximadamente diez años, y cuenta ya con cerca de un centenar de ejemplares criados en semilibertad. Queda por lo tanto un largo camino por recorrer para el reconocimiento de esta especie que fue perseguida hasta su exterminio durante el siglo pasado, en 1919 moría el último bisonte libre en Europa, cuando hace como unos 12.000 años poblaba a sus anchas la Cordillera Cantábrica. Pero lo que a mí más me preocupa es la verdadera intencionalidad que hay detrás de estos proyectos de recuperación. Mientras que nos están vendiendo la idea de que puede ser un revulsivo económico para las deprimidas zonas rurales del Noroeste español, por su interés turístico y medio ambiental, y una solución para la despoblación, a mi esto ya me empieza a sonar a disco rayado, leo con preocupación otras oscuras intenciones del puño y letra del que se supone que es el máximo representante de esta iniciativa de reintroducción. Fernando Morán, director del Centro de Conservación del Bisonte Europeo en España, después de hacer una defensa a ultranza de los beneficios de sacar a esta especie de la extinción, reconoce que su caza es una opción de futuro, lo que yo interpreto como el fin último, y nunca mejor dicho. De hecho ya han lanzado una propuesta formal para establecer unas normas para la caza de estos ejemplares en condiciones que favorezcan a la especie y su conservación. Es decir, nacer para morir. Pues con mi firma no contéis.

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