Diario de León

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La vuelta a la normalidad de las visitas en barco por el pantano de Riaño, suspendidas por el covid, es sin duda una muy buena noticia para que los pueblos de la privilegiada montaña oriental leonesa retomen el pulso del turismo que es ya el principal motor que mueve los destinos de esta zona.

El éxito de esta iniciativa es rotundo, y se ha convertido ya cita imprescindible para todo aquel que quiera disfrutar de un día de conexión con la naturaleza y ser testigo directo de los impresionantes paisajes que ofrece este recorrido que parte del puerto de Riaño y que se adentra por el valle de Anciles.

Tan solo le encuentro una pega, el nombre que se le ha puesto para captar la atención del turista mundial. Recorrido por los Fiordos Leoneses. ¿What? ¿Fiordos? ¿Leoneses?. Pero, ¿sabemos lo que es un fiordo?. Esto me recuerda a cuando salía un imitador en el tele de algún cantante famoso y se decía eso del Michael Jackson español, por poner un ejemplo. Que necesidad tiene León de imitar nada de nadie o de agenciarse denominaciones que no le corresponden. Tiremos de Wikipedia. «Un fiordo es una estrecha entrada costera de mar formada por la inundación de un valle excavado o parcialmente tallado por acción de glaciares». Mar lo que se dice mar en León no tenemos, sí que podemos presumir de muchas cosas, pero de esa precisamente, no.

Riaño tiene argumentos de sobra para buscar un nombre mejor que resuma en ciento modo su trágica historia.

Por sus valles no se ha adentrado ningún mar. Sí que lo hizo la ambición humana y una hipócrita idea de bien común con la que se procedió a ahogar bajo las aguas del pantano la historia y la vida de nueve pueblos, cuyas gentes fueron desplazadas y desarraigadas para siempre.

De esto hace ya 34 años, y de aquella tragedia queda la belleza de las aguas mansas adentrándose por las entrañas de las montañas resaltando la belleza de sus valles. El dolor de sus gentes se ha transformado en el orgullo de sus descendientes por sacar adelante sus pueblos y hacer que Riaño, Burón, Anciles, Salio, Huelde, Éscaro, La Puerta, Pedrosa del Rey y Vegacerneja sigan vivos en la memoria colectiva. Hoy, todos se han reiventado, a la fuerza, y miran a ese pantano que un día condenó su historia, con esperanza. Busquemos un nombre mejor.

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