Diario de León

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De dinero y santidad, la mitad de la mitad. Y de inversión pública contante y sonante, a veces ni eso. El informe de la Cámara de Contratistas de Castilla y León sobre el cumplimiento efectivo de los compromisos inversores vendidos a los leoneses es demoledor. El año pasado apenas se publicaron las licitaciones del 44% de las inversiones anunciadas para la provincia. El dato más bajo, con diferencia, de la Comunidad, y un baño de realidad que debería hacer despertar a los estamentos y ciudadanos de la somnolencia en la que transitamos resignadamente. Basta de tragar promesas millonarias y más hacer cuentas, como estas que ofrece la cámara, sobre lo que en realidad se cumple. Porque eso es lo único que vale.

En este León que clama periódicamente por una discriminación positiva en el trato de las administraciones para salir de la asfixia del retraso endémico, con estas organizaciones que ante cada micrófono se rasgan las vestiduras por el abandono y apuntan a la cuenta del olvido histórico el inmovilismo y la parálisis que nos adorna, resulta incomprensible que no se exijan responsabilidades a gritos para denunciar semejante despropósito.

Si el análisis se hace por administraciones, hay políticos en esta tierra que tienen motivos más que sobrados para sonrojarse. El Gobierno central apenas licitó 51 millones de los 200 comprometidos, es decir, sólo cumplió una cuarta parte de las inversiones que vendió en los presupuestos y demás proyectos de infraestructuras. Por su parte la Junta cumplió el doble que el Gobierno, y con ello apenas salvó los muebles de la mitad del dinero comprometido con esta provincia el año pasado. Dos balances lamentables e intolerables.

Más cumplidores fueron los ayuntamientos, que desde la modestia de sus cuentas fueron los que más dinero movieron en inversión pública, y los que más cumplieron de cuanto habían prometido. Con todo, casi un 20% de las obras previstas quedaron también en el cajón.

Eso en el año del refuerzo inversor para salir del traspié de la pandemia, y antes de que los concursos públicos hayan comenzado a quedar desiertos por el bestial encarecimiento de las materias primas, que desincentiva a todas las empresas del sector.

Los multimillonarios fondos europeos están ya aquí. ¿Cómo van a repartirse, y qué parte de lo que se prometa va a convertirse en realidad? Sigamos durmiendo el sueño de los idiotas. En silencio.

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