Diario de León

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La moción de censura socialista no ha conseguido su objetivo de derrocar al gobierno de la Comunidad, de forma que Luis Tudanca ha fracasado en su tentativa de encaramarse a la presidencia de la Junta, propósito para el que estaba plenamente legitimado desde el punto y hora que lidera el partido más votado y con más escaños en el Parlamento autonómico. Y siendo cuestionable la oportunidad de activar dicha moción, no es menos cierto que la errática gestión del gobierno bipartito PP-Cs que preside Fernández Mañueco proporcionaba suficiente base para lanzarla.

En la reciente historia parlamentaria tan solo una moción de censura, la presentada por Pedro Sánchez contra el Gobierno de Mariano Rajoy, se ha saldado con éxito. Todas las demás, y recientes están la de Vox contra Sánchez y la de Podemos contra el propio Rajoy, no consiguieron la mayoría suficiente para prosperar. Pero eso ya lo daban por descontado sus promotores, que las utilizaron instrumentalmente con el único fin de desgastar al gobierno de turno y reafirmarse como alternativa en el horizonte de la siguiente convocatoria electoral.

El problema de la moción de Tudanca es que el PSOE desde el primer momento rechazó ese carácter instrumental, asegurando que no tenía otro objetivo que el cambio de gobierno. Desde ese punto de vista, el resultado ha de ser considerado frustrante e incluso contraproducente para los socialistas de Castilla y León. Pero pese a haber salvado los muebles, lo que no es poco dada la precaria estabilidad de su socio minoritario, el gobierno Mañueco también se ha dejado pelos en esta gatera. La fuga de una procuradora naranja le ha dejado en las Cortes sin la mayoría absoluta que le estaba permitiendo gobernar sin sobresaltos. A partir de ahora, PP y Cs tendrán que negociar el voto que les falta con alguna de las minorías integradas en el grupo mixto, que indistintamente pueden ser el Partido por Ávila, Vox o incluso la UPL, si bien es conocida la tirante relación los leonesistas y el bipartito gobernante. Estos tres partidos son a priori los únicos beneficiados por la moción derrotada.

El gran nubarrón que se cierne sobre el gobierno Mañueco estriba en que la más que probable descomposición de Cs comporte nuevas deserciones en las filas naranjas. Dicha circunstancia no podrá ser aprovechada por el PSOE para presentar una nueva moción de censura, ya que ésta no puede reiterarse en el plazo de un año. Sin embargo, si careciera de suficiente estabilidad para seguir gobernando, el presidente de la Junta tiene a su alcance la prerrogativa de marcarse ‘un ayuso’, esto es, disolver las Cortes y convocar elecciones anticipadas. El tiempo despejará o no las incertidumbres que nos deja estos agitados días de marzo.

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