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«El jamón es el mejor amigo del hombre»

l Las periodistas Rosa Belmonte y Emilia Landaluce publican un libro autobiográfico

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Publicado por
León

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antonio paniagua

Cuando a Rosa Belmonte la matricularon en un internado a los ocho años pensó que la llevaban al martirio. Las monjas eran señoras Danvers con toca, la comida era repugnante, la higiene infame y la disciplina prusiana. «Lo horrible (o no tanto) visto de lejos es cómico», escribe la columnista de los diarios de Vocento. Las historias que cuentan Rosa y su amiga y colega Emilia Landaluce, directora del suplemento LOC del diario El Mundo, basculan entre lo dramático y lo desternillante.

Las dos articulistas acaban de entregar a la imprenta Sobre nosotras. Sobre nada (La esfera de los libros), una obra inclasificable escrita a cuatro manos. En el libro hay humor, mucho humor, anécdotas delirantes y momentos llenos de emoción. Se habla de amistad, comida, trabajo, perros, madres. «Hay temas que se añadieron después, porque cuando llegamos por primera vez a la editorial nos dijeron que el libro era muy corto. No solo ampliamos los capítulos ya escritos. También sumamos otros», explica Belmonte.

Ambas adoran la comida. Si Rosa considera que «el jamón es el mejor amigo del hombre», Emilia llegó a transformar un bloque de ‘foie gras’ en un objeto de deseo. «Se convirtió en algo totémico, inalcanzable y, por lo tanto, muy tentador», confiesa en el volumen. En Sobre nosotras. Sobre nada, las amigas cuentan episodios de sus vidas, siempre preñados de humor, con un estilo ajeno a la solemnidad literaria, y guiadas por el muy encomiable propósito de entretener y divertir.

Una vez la madre de Rosa atropelló a un peatón que, cosa muy extraña, tras el accidente salió corriendo con un jamón en brazos. Se supone que la víctima del testarazo era un ladrón, porque detrás le perseguía un hombre de bata blanca. «Entre que me regalen flores y me regalen un jamón, siempre prefiero el jamón. Es verdad que es más caro», dice Rosa. «Si tienes un novio que te regale un jamón, le entregas tu flor seguro», remacha Emilia. Conversaciones de esta naturaleza tienen a diario Belmonte y Landaluce —tanto monta, monta tanto—, quienes salpican su charla con una buena porción de chistes y chismes. Rosa Belmonte escribe 13 columnas a la semana, así que maldita la gracia que le hacía ponerse al ordenador y parir páginas, robando horas al sueño. ¿Para qué? Si ya todo el mundo firma libros.

La periodista de El Mundo invocó un argumento descalabrante. Después de que Emilia se cayese por las escaleras y se abriera la cabeza en el mejor estilo de Dinastía, ¿cómo podía negarse Rosa a alumbrar un libro juntas? Estando sedada en el hospital, su propensión a decir chorradas se acrecentó después de despertar tras más de una semana en coma. «Con la cabeza perdida solo me acordaba del exmarido de Mónica Oltra. Me preguntaba por qué me tenían encerrada y no a él». A su amiga Rosa le soltó un día, se supone que pensando en la película Hable con ella: «¿No me habrán violado en el hospital?».

Gustos literarios

Sienten admiración recíproca y hasta cierto punto tienen vidas paralelas. A las dos les gusta Gerald Durrell, Dickens y Chesterton. Ambas son bastante gansas. Como muestra, Emilia Landaluce fue a una fiesta de disfraces sobre el ‘Titanic’ vestida de iceberg. Llegaron al periodismo un poco de casualidad (Belmonte era abogada y Landaluce estudió Humanidades) y las dos se pirran por la crónica rosa. Hicieron buenas migas cuando coincidieron en ABC.

Entonces bromeaban sobre las vicisitudes que contarían si una de ellas moría, circunstancia que obligaría a la otra a escribir su obituario. De un modo u otro la muerte sobrevuela el libro. Las últimas palabras de la madre de Rosa fueron «no tengas críos», cosa que la hija ha cumplido.

La columnista no sabe muy bien cuál sería su frase lapidaria antes de dar el último suspiro: quizá el «Rosebud» que musita Charles Foster Kane en Ciudadano Kane. «Se dice que así era como llamaba Randolph Hearst al coño de Marion Davies», actriz y amante del magnate de la prensa, apunta la directora de LOC. Apasionadas de los libros y las telenovelas, no hacen distingos entre alta y baja cultura, de modo que si tienen que recurrir a citas de autoridad, lo mismo reproducen palabras de Mark Twain que de la cantaora Chiqui de Jerez, filósofa del pueblo que acuñó aquello de «me lo como ‘to’, me como ‘to’».

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