Diario de León

La falta de medidas podría triplicar las muertes por calor

Los epidemiólogos advierten de que el cambio climático no sólo afecta al ecosistema

Un hombre se refresca en un parque de Alicante. MANUEL LORENZO

Un hombre se refresca en un parque de Alicante. MANUEL LORENZO

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EFE

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España se está adaptando al aumento de las temperaturas, pero no de forma heterogénea ni al ritmo que debería, con lo que si no se toman medidas, la mortalidad podría triplicarse hasta las 13.000 anuales frente a las algo más de 4.300 que se estima han provocado las sucesivas olas de calor de este verano.

Es una de las conclusiones que ha expuesto Julio Díaz, codirector de la Unidad de Referencia en Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), en la primera jornada de la XL Reunión Anual de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) que este año dedica a los «Retos del siglo XXI: Cambio climático, medio ambiente y desigualdades sociales». De acuerdo con diversos estudios del ISCIII, en el periodo que va desde 1983 hasta 2003, el impacto que han tenido las altas temperaturas sobre la mortalidad diaria a corto plazo se ha desplomado: si en el periodo de 1983 a 2003 se incrementaba un 14% por cada grado en ola de calor, a partir de 2004 y hasta 2013 ha caído hasta prácticamente un 2%.

Lo cual demuestra, ha añadido el científico, que los planes de prevención frente a las altas temperaturas están funcionando.

Factores geográficos

Pero los últimos siete años —y muy probablemente, 2022 sea el octavo— han sido los más calurosos desde que hay registros; por ahora, los españoles se han ido adaptando al incremento de las temperaturas, pero no lo están haciendo de manera igual, pues entran en juego otros factores socioeconómicos o geográficos.

De esta forma, los planes de prevención se elaboran adaptados a cada provincia, teniendo en cuenta cuáles son sus temperaturas de confort y aquellas a partir de las cuales empieza a dispararse la mortalidad por altas temperaturas.

Es lo que se conoce como temperatura umbral de disparo de la mortalidad por ola de calor, que cada vez es más alta y cambia de unos lugares a otros: mientras en A Coruña es de 26 grados, en San Sebastián y Barcelona sube a 30, en Madrid a 36 y en Córdoba a 40. No son las mismas porque no dependen siempre de factores meteorológicos, sino que entran en juego otros de carácter demográfico, social, sanitario o económico; además, en verano aumenta el ozono o las partículas del Sáhara en suspensión, que no afectan de manera igual a todos los territorios.

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