Diario de León

Bosques de abedules 

Las joyas boreales de Omaña

Los abedules son al reino vegetal lo que el urogallo al animal. Bosques del pasado remoto y reductos boreales. Murias de Paredes cuenta con seis magníficas masas boscosas de estos pioneros del monte, los 'bidules'. La Biomaratón de la Flora de España ha escogido el abedular de Vivero para su expedición rural de este año.

JESÚS FERNÁNDEZ CARRO

León

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Una inmersión en la naturaleza para conocer de cerca uno de los seis magníficos abedulares omañeses. Esta es la propuesta de la Facultad de Ciencias Biológicas y Ambientales de León para este sábado en el marco de la Biomaratón de la Flora de España.

«Los abedulares omañeses forman parte de los bosques más interesantes de Europa; son bosques climáticos, que están un lugar límite entre el Mediterráneo y lo templado, con lo cual el régimen de lluvias no es muy alto como para que se instale el haya», explica la profesora de la ULE Estrella Alfaro. La historia de los abedulares es fascinante. Esta adaptación al clima, unida a la antropización de la Península cuando empieza a extenderse el haya hace cuatro milenios es la razón por la que perviven estas masas boscosas de origen tan antiguo en la parte occidental de la provincia de León.

El abedul es un «pionero del monte», anda cerca del agua, en barrancos y por encima de robledales y hayedos, pero en Omaña es diferente. En estas latitudes el bosque de abedul es dominante. Se encuentra después de los pastizales y matorrales. No hay otros árboles que le hagan ‘sombra’.

«Cuando el haya se empezó a instalar en la Península hace cuatro mil años, el ser humano ya estaba asentado y fue una barrera para su dispersión hacia el oeste», explica la coordinadora de la Biomaratón y responsable del Herbario de la ULE.

Esta es la razón por la que en la zona de la montaña oriental de la provincia dominan las hayas y en la zona de occidente se conserven los abedulares como bosques distintivos. «Estos bosques de abedules son reductos del pasado como puede ser el urogallo. Son reductos boreales», subraya.

En Omaña hay seis bosques de abedules perfectamente delimitados y todos ellos ubicados en el municipio de Murias de Paredes. Vivero, Fasgarón, Murias-Senra, Montrondo, Fasgar-Vegapujín y Campo de Santiago, en Fasgar, son los seis lugares privilegiados para contemplar estos bosques de troncos plateados que destacan con sus destellos bajo el manto verde de las hojas, en primavera, y con la mezcla de oro y plata que ofrece un paseo por su interior en el otoño. Además, hay manchas de abedulares en Villanueva de Omaña, Marzán, Barrio de la Puente y Montrondo, que sin tener la extensión de los otros bosques destacan en el paisaje.

Para la ruta de la Biomaratón de la Flora se ha escogido el abedular de Vivero, un pueblo en los confines de Omaña, recogido en un valle. No en vano cuenta con una de las masas de abedul más extensas.

La ruta de 12 kilómetros parte del pueblo de Vivero hasta las brañas y discurre por diferentes hábitats que permitirán fijarse en la vegetación del arroyo, lugares donde abundan megaforbios (llamados así por sus hojas grandes) y calabazosas. Con un poco de suerte podrán disfrutar de azucenas en flor.

La Biomaratón discurre luego por los pastizales que proporcionan el pasto a los animales (gramíneas, alimento fundamental para el ganado y la fauna salvaje), los matorrales, que son las primeras líneas de defensa del bosque contra el fuego, y se meterá de lleno en el bosque maduro de abedules que «tiene un cortejo floral muy parecido al de los hayedos». Los calderones o Trollius europaeus o la Paris cuadrifolia son algunas de las especies que se pueden contemplar en Vivero. El fotógrafo Jesús Fernández Carro se ha acercado a estas singulares bellezas con su cámara.

Los abedulares de Omaña han sido estudiados por su comportamiento especial. El profesor Alipio García de Celis, gran divulgador de la comarca, señala que «uno de los procesos más visibles en las últimas décadas en el paisaje de Omaña Alta es la expansión y densificación de las masas de abedul en las cabeceras de los ríos Omaña y Vallegordo».

La expedición de la Biomaratón de la Flora llegará en un autobús que parte a las 9.00 horas del sábado de León. «Este año somos parte del proyecto Fcyt y por eso podemos ofrecer el transporte y algunos regalos», comenta Estrella Alfaro, El reconocimiento de la flora, con la ayuda de algunas app específicas, forma parte de este programa de que mezcla la experiencia del ocio y divulgación científica.

La Biomaratón de Flora discurrió el jueves por el Parque de La Candamia de León. En un lugar tan cercano a León las diminutas orquídeas silvestres son toda una sorpresa y una forma ideal de combatir la ceguera vegetal. Hay que mirarlas con lupa para contemplar la suntuosidad de sus formas y colores.

Paleras y salgueras, plantas que se han utilizado en el pasado en la cestería y para construir sebes, muestran la relación que el ser humano ha tenido con su entorno vegetal y que la cultura urbanita ha olvidado. También abundan en la zona arbustos como el saúco cuyos usos saludables en infusión y bebidas, también perdidos en la noche de los tiempos, se están recuperando. El uso tradicional de materiales vegetales en la cocina o como juguetes es otra de las dimensiones de la Biomaratón de la Flora.

Igualmente, se aborda el impacto de los nuevos usos y el cambio climático en la aparición de nuevas especies vegetales. Uno de los casos más emblemáticos es el Epilobium brachycarpum C. Presl que se citó por primera vez en España, en Madrid, en 1983 y se ha ido extendiendo en los últimos 40 años hasta llegar a León.

JESÚS FERNÁNDEZ CARRO

JESÚS FERNÁNDEZ CARRO

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