Diario de León

Creado:

Actualizado:

Me pregunto cómo algo tan sencillo puede ser tan complicado al mismo tiempo. Es uno de esos hábitos fáciles que nadie hace por alguna extraña razón. Ni siquiera yo, que ahora mismo tampoco tengo ganas de callarme.

Hablar demasiado siempre me ha parecido un acto egoísta. Me incordian las personas charlatanas y al mismo tiempo me fascina su capacidad para enlazar con una facilidad que pasma unas ideas con otras que nada tienen que ver y que no interesan a nadie salvo al que las expone. Lo más recomendable es huir de ellas, pero no siempre es posible porque están a la que salta y a la mínima que te despistas ya te están soltando su rollo a modo de vómito pringoso. Cuando te quieres dar cuenta es demasiado tarde. Estás sufriendo la incontinencia verbal de otro.

Entre mis amigas del pueblo hay una frase que siempre me gustó y que es clara y concisa: «Calla, pico». Es como un dardo sedante para el que se ha pasado de frenada hablando. Difícil no captarla a la primera. Pero aquí nadie está dispuesto a callarse, sino todo lo contrario. Nadie cierra la boca ni de día ni de noche. En los grupos de whatsapp, en las redes sociales o cualquier otro formato moderno y hasta en los de toda la vida como el ascensor o el viaje en tren, todo el mundo quiere dar su opinión de todo y, lo que es peor, todos queremos tener razón.

Es una locura la cantidad de opiniones sobre absolutamente cualquier cosa que existe. Y hasta sobre lo que no existe todavía porque hay gurús y vaticinadores del futuro a patadas. Es como si hacer mutis por el foro supusiese morir o no formar parte de este mundo pese a saber que lo que nosotros opinemos importa bastante poco.Y, claro, es lícito expresarse y hasta es bueno para la salud. Pero todo tiene un límite y nosotros hace ya tiempo que lo traspasamos. A mí personalmente hay pocas opiniones que me apetezca escuchar y tampoco me interesa el chascarrillo de turno. Ni siquiera suscita mi interés la cotización del euro en la bolsa ni lo que tenga que decir la influencer de turno. Mucho menos lo que la mayoría opine sobre esos u otros tropecientosmil asuntos.Lo mejor muchas veces es callarse (si no te tocan mucho la moral). Y no sólo porque a casi nadie le importa lo que tú tengas que decir, sino también porque en el silencio se encuentran verdades mucho más interesantes.

tracking