Editorial | La ayuda a domicilio es clave para dar vida a los pueblos y retener población
El envejecimiento de la población que padece España se hace más palpable si cabe en el mundo rural. Personas que han pasado toda su vida en los pueblos se verían condenadas a emigrar si no consiguen mantener una calidad de vida y una independencia que están obligadas a facilitarles las instituciones públicas. Es una labor imprescindible de bienestar social, un gesto de justicia y también una forma de conseguir que los pueblos sigan habitados.
La ayuda a domicilio, con esas fórmulas personalizadas que se están poniendo en marcha, es el camino para garantizar unos mínimos vitales en los pueblos a esos mayores que de otro modo no podrían seguir en sus casas. El dato facilitado ayer desde la Diputación es excelente. Ha conseguido que la lista de espera caiga a ‘cero’. Supone un avance notable, con unas tres mil personas recibiendo en sus casas esa ayuda, pero también ofreciendo un modo de vida a sus vecinos y vecinas, que pueden percibir un salario que les facilita la posibilidad de evitar la emigración como auxiliares. Se da una doble misión en los pueblos con uno «de los servicios más importantes» de la Diputación, como destacó ayer su presidente Eduardo Morán, para quien el inevitable envejecimiento debe acompañarse de unos servicios adecuados.