Diario de León

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Cuando te crecen pelos en la puerta del oído es que la oreja anda algo vieja y escarmentada y los coloca ahí como pestañas contra la arenilla del ruido festivo o las promesas de cera con las que se visten los años nuevos. Así que el alguacilillo de este corro pregunta que cuánto de paz, de agua clara, de ojo abierto, de mano tendida o de arroz en la escudilla podrá traer al mundo este 2024 si el chino tiene otro calendario, el judío el suyo, el árabe su cuenta, el hindú su tormenta, el persa su percal y el del Tao su tochingao... y que si el gallego lo llama «ano» nuevo, no hay que preguntarse más.

Para ver algo de lo que traerá este año quizá haya que pasar al otro lado del espejo como hizo Leila Guerriero y dejar de mirarse la cara para verse un rato el culo, ese ano novo del galego, conducto que elegirán las realidades tremendas por desproporcionadas que nos parezcan, como estas guerras que tanto se placen en prolongar porque la palabra exterminio (nadie se engañe) es el jinete que las cabalga y espolea al frente de legiones celestiales de ángeles-dron anunciando ¡gloria al dios de las alturas! y paz de mierda en la tierra de los hombres de ingenua voluntad. Pero al otro lado del espejo sólo vi niebla como la de estos días acá, a este lado, niebla espesa que se corta en lonchas para el pan duro del pobre; y niebla con susto al asomar de sopetón un Schopenhauer indino con su cara malahostia y su frase más lapidaria: « Existen dos clases de personas en este mundo; evita a ambas ». Menos mal que andaba por allí Luis Carrizo para espabilarme con el luminoso pensamiento de un poeta ciego , Abu alAlá alMa’arri, nacido en la Siria del siglo X, filósofo de pensar arriesgado negando algún dogma moro o que el Islam tuviera toda la razón: Los habitantes de la Tierra se dividen en dos: los que tienen un cerebro pero no tienen religión, y los que tienen una religión pero no tienen cerebro . Y royendo esa estaca tardé en salir del espejo a este lado donde me esperaba un conejo azul-braguita y su cínico consejo colorao: Pídete mejor un año viejo y así no te llevarás sorpresas.

 

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