Diario de León

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Por haberlo dado Pradatope, ese grito contra los molinos aerogeneradores y las placas solares está garantizando que tenga un creciente eco no sólo en el Bierzo, al ser un mal que ya es epidemia alcanzando a todos y viendo que no les va nada-nada mal a desconocidas empresas y siniestros intereses en su obsesión (y camino despejado) por repoblar el vacío de la España esferulá con huertos solares que a vista de pájaro parecen enormes parrillas donde se torra un futuro efímero y se aborta el vigor del suelo agrícola que apresan bajo su sombra matando a la vez un escenario natural, tantas veces paisajístico, que es lo único que resta por aquí para enseñar a los viajeros que pretenden atraerse para que el turismo alivie en algo el acelerado decaer de la vida rural y sus sustentos.

¡Si al menos esos huertos solares y esas hileras de molinos fueran de los propios pueblos donde se plantan dando pedradas al ojo!... porque esto no habla nada bien de la imaginación y capacidad de emprender que deberían verse en esos untamientos y yuntas vecinales que bien podrían haberse hecho con la copla y el negocio si esas instancias no estuvieran pobladas en tantos casos por los cuatro gatos que quedan allí (más un listín modo raposo), prestos además a fascinarse ante el canon de las limosnas o la manteca que engrasa voluntades. De manera, querido Prada, que antes de tener que oponerse a la invasión grosera e insolente de todas esas energéticas «renovables» que ahí huronean viniendo de lejos y vivaqueando en despachos cercanos, lo urgente y lo obligado es atajar el mal en su origen, en la licencia y placet de municipios y juntas, quizá disolverlas en órgano superior... y cortarles la mano que hace de cazo a la espalda. Demasiada lírica echamos aquí a las juntas vecinales por ser antiguo e intocable mito democrático para que después campen con todas las de la ley en componendas, malvendiendo el porvenir por unos denarios del Imperius Eléctricus, colonialismo urraco y buitrón que no cesa y que se las promete diciendo  ¡venga esas cinco! ... y pol culo te la hinco.

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