Diario de León

Alfredo Álvarez Álvarez | Doctor en Filosofía y Letras, Profesor de la Universidad de Alcalá y escritor

Atrapar el futuro

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Que un medio de comunicación celebre su 115 aniversario es momento para el regocijo, para certificar que, efectivamente, algo se ha hecho bien. Los recuerdos que tengo del DIARIO DE LEÓN son antiguos. Mi primer artículo publicado lo fue en sus páginas y en ellas ha quedado reflejada igualmente la reseña de mis libros, con lo cual se comprenderá que me una con este medio una relación de afecto. También, por supuesto, de reconocimiento por esa labor testimonial de la historia del último siglo en nuestra provincia. En los quioscos de la capital, pero también en el pequeño bar de cada pueblo, su presencia ha representado una voz que ha convertido en palabras las realidades poliédricas que, mal que bien, se iban viviendo. De sus múltiples tipologías de lector me quedo especialmente con tantos paisanos que, con la partida de cartas, han incluido a lo largo de décadas con incuestionable fidelidad la lectura del periódico que es, naturalmente, una forma básica y leal de nombrarlo.

El DIARIO DE LEÓN es, por tanto, testigo privilegiado de ese declive que conocemos, de cuyas causas se acostumbra a responsabilizar con gran énfasis a otros de fuera, como si los propios leoneses fuéramos espectadores de nuestra historia en lugar de protagonistas. Siempre me ha parecido que este ejercicio de victimismo no hace sino dar alas a aquellos que se benefician de nuestra inacción, impidiéndonos al tiempo que valoremos nuestras propias capacidades. No negaré el ninguneo, el apartamiento y hasta la agresión de los que somos o hemos sido víctimas. Pero no creo que cada leonés o leonesa que nace lleve impreso en su ADN la nostalgia del reino que un día fuimos y esa tendencia al lamento permanente que nos ha conducido a la melancolía, a la imagen distorsionada de un reino medieval cuyos logros, por cierto, no hemos sabido poner en valor.

Ser cuna del parlamentarismo, haber dado luz a una lengua, haber creado obras de arte universales y contribuido de forma decisiva a la construcción de lo que llamamos España, debe darnos un espacio de privilegio y un bagaje suficiente para construir el futuro. Hemos de conseguir que nuestra voz sea escuchada y nuestras pretensiones aceptadas pero, para ello, es necesario creer que es posible.

El escritor francés Albert Camus dejó dicho que «siempre llega un momento en que uno debe elegir entre la contemplación y la acción». Este es el tiempo de decidir entre lo uno y lo otro. Vivimos profundos cambios en todos los órdenes, un proceso histórico especialmente atractivo para quienes tengan el arrojo, la audacia y el deseo de modificar el curso de los tiempos. El futuro, como siempre, pero ahora con más intensidad, se declina con una palabra: conocimiento. Toca construirlo, pasar a la acción, proyectar en él toda nuestra impresionante historia.

Nos encontramos en la línea de salida de una carrera para la que, muy posiblemente, León está más preparada que en otros momentos de la historia que ya se perdieron

Las nuevas fronteras ya no son necesariamente físicas y las marcará la capacidad de interconexión. En estos momentos, las grandes compañías tecnológicas americanas están diseñando un futuro para todos y a todos nos corresponde decidir si aceptamos sus propuestas o aportamos otras que abran caminos distintos a los que nos dibujan. Nuevas profesiones se abren paso cada día, la inteligencia artificial, ese concepto vago aún para muchas personas, marcará en las próximas décadas el rumbo de nuestra sociedad, junto con el big data . El mundo que viene, que prácticamente ya está aquí, es intercultural, hipertextual, como señala el filósofo inglés T. H. Nelson, es un espacio en el que la distancia está completamente ausente, superada por la simultaneidad cultural, en palabras de Byun-Chul Han. Nos encontramos en la línea de salida de una carrera para la que, muy posiblemente, León está más preparada que en otros momentos de la historia reciente, que se perdieron. Hoy hay una universidad, que ha formado ya a varias generaciones de profesionales a los que habrá que convencer de que aquí hay una oportunidad si se sabe, se quiere y se puede aprovechar. Sin duda, será necesario explorar el nivel de compromiso de cada colectivo (patronales, emprendedores, académicos, sindicatos, profesionales liberales…) y explorar vías de colaboración que en la actualidad no parecen existir. Los retos son accesibles, difíciles como siempre en la historia, pero se pueden alcanzar. Por increíble que parezca, será necesario conjugar la gesta extraordinaria de Alfonso IX con el internet de las cosas, con la venta de productos online , con la domótica, con las nuevas artesanías —de las que ya hay ejemplos en la provincia—, con el concepto de ciudad inteligente, con el turismo sostenible (León tiene mucho que decir en ese campo), pero también con la nueva agricultura y la preservación de los entornos naturales así como con las nuevas formas de energía renovable.

Son muchos los ámbitos en los que los leoneses podemos aportar futuro y, en ese camino, estoy seguro de que el DIARIO DE LEÓN será un testigo fiel como lo ha sido en estos primeros 115 años. 

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