Diario de León

Carmen Ibarra | Directora del Centro Artesanal Maragato

Una oportunidad para el mundo rural

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Ciento quince años, toda una vida… Los mismos que lleva el DIARIO DE LEÓN informando y siendo una ventana al exterior para sus fieles lectores. Noticias de diferentes ámbitos, con distintos protagonistas y opiniones tan dispares y diversas como narradores tengan. Pero siempre con un mismo objetivo: transparencia y veracidad. Por eso agradezco la oportunidad que se me brinda para aportar mi granito de arena y poner en común mi visión sobre un tema tan de actualidad como es la despoblación.

Mucho se ha hablado, se habla y se hablará sobre el mundo rural, la despoblación que sufre, el envejecimiento de sus vecinos, la falta de oportunidades para los jóvenes, la emigración forzosa a la que están abocados.... Esa España vaciada que poco a poco se va apagando y que llegará a morir del todo si no se pone remedio. Un remedio real. Apartado de los focos y de los micrófonos, basado en un arduo trabajo de campo y con la ilusión y la firmeza del que sabe que tras ese trabajo está la victoria y que, si nos lo proponemos, y digo nos porque lo entiendo como un trabajo de equipo, seremos capaces de lograrlo.

Como repobladora de esta estupenda tierra leonesa que me acoge y a la que me trasladé hace ya más de cinco años junto con mi familia, y en la que no sólo me asenté buscando y consiguiendo lo que yo entiendo por calidad de vida, sino a la que trasladé mi medio de vida y mi fuente de ingresos, mi taller artesano, se me hace indispensable lo más difícil: un cambio de mentalidad. A todos los niveles, porque como ya dije este es un problema de todos y en el que todos en mayor o menor medida podemos y debemos contribuir, desde los propios vecinos hasta las administraciones. Mientras nuestra visión se centre en lo que fue y no es, en lo que hubo y ya no hay, en lo que pudo ser y no es, tendremos la batalla perdida.

Quizás peco de un exceso de optimismo, lo sé, y también sabrán que puede ser un defecto o una virtud según el cristal con que se mire, pero me resisto a asumir que una tierra con tantísimo potencial, cuyas gentes se caracterizan por ser luchadores, regios, acostumbrados a salir adelante frente a las vicisitudes de la vida, se den por vencidos y cuelguen el cartel de «cerrado por jubilación» en sus pueblos. Cambiemos ese cartel por el de «se traspasa» y cojamos el testigo aquellos a quienes nos duele, nos importa y tenemos ganas de luchar, sin pensar si somos de aquí o somos hijos acogidos de esta tierra.

Llevo ya tres años trabajando en un proyecto con un claro trasfondo repoblador. Al inicio como promotora y este último año como directora al frente del CAM, Centro Artesanal Maragato en Santa Colomba de Somoza. Como bien imaginan, Maragatería es una zona con un encanto especial pero eso no le salva de sufrir en sus carnes el abandono.

Este centro de formación especializado en áreas artesanales se sustenta en dos pilares que lo fueron todo en la España de hace décadas, la artesanía y el mundo rural, que a día de hoy se encuentran en una situación pareja de abandono y mala fama. Ambos necesitan urgentemente un relevo generacional que los salve. Pero, volviendo a sacar mi optimismo, que no puede estar escondido, creo firmemente que ambos mundos pueden volver a ir de la mano y pueden ayudarse mutuamente a salir del hoyo en el que se encuentran. Afortunadamente no sólo lo pienso yo, «mi locura» es contagiosa, y por ello apuesta también el propio Ayuntamiento de Santa Colomba de Somoza, que supo ver en el proyecto un motor económico de la zona haciendo un esfuerzo titánico para que el centro se llevara a cabo.

Es el momento de reconocer el pueblo como una elección de vida y la artesanía como un medio de subsistencia tan digno y profesional como cualquier otro

No es un trabajo sencillo ni inmediato, por supuesto, enmendar lo que se ha ido perdiendo durante décadas por dejadez o malas gestiones, pero al margen de la agricultura, la ganadería y el turismo, veo en la artesanía el salvavidas perfecto para el mundo rural. Creo que sabiéndolo gestionar bien, y en esto se hace indispensable la implicación de las administraciones, se conseguiría no sólo evitar la huida de los jóvenes a la ciudad sino que se tornaría en parte el éxodo masivo que hubo. Se trata de dar herramientas y abrir posibilidades a quienes deseen vivir en el entorno rural, y qué mejor medio que mediante la formación, la recuperación de esos oficios que han estado ahí siempre y que siguen siendo necesarios pese a nuestro cambio de estilo de vida. Ha quedado demostrado durante este año de pandemia que llevamos que no es sostenible ni sensata la organización social que tenemos y que se precisa un cambio en ella. Aunque esto es otro cantar…

¿Recuerdan el cambio de mentalidad al que hacía referencia? Pues esta recuperación no será posible mientras se siga con el concepto erróneo de que los habitantes de los pueblos somos los pobrecitos que no valemos para estar en la gran ciudad y que los artesanos son los vagos que no quisieron estudiar. Creo que es el momento de reconocer el pueblo como una elección de vida y la artesanía como un medio de subsistencia tan digno y profesional como cualquier otro.

Mientras va llegando esta reconversión tan necesaria, seguiré disfrutando de esa paz que sólo se encuentra en los lugares al margen del mundanal ruido, de los paseos por la naturaleza, de ver a mis hijos jugando en la calle como se hizo siempre, de las charlas con los vecinos, de la vida sin prisas.

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