Diario de León

El año que Eduardo Arroyo viajó con sirenas

l Galaxia Gutenberg publica la versión ilustrada que el artista realizó de ‘Ulysses’

eduardo arroyo

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cristina fanjul

La noche en la que James Joyce comenzó a escribir la historia de Harold Bloom ya sabía que estaba a punto de cambiar para siempre la historia de la literatura. Los vagabundeos del personaje central de la obra del irlandés llegan ahora —cuando se cumplen cien años de la publicación de Ulysses— ilustrados por Eduardo Arroyo. El artista y escritor comenzó esta epopeya pictórica varios años antes de morir, cuando una peritonitis le obligó a medir sus fuerzas en una batalla creativa que hoy por fin ve la luz. Han pasado ya cuatro años desde su muerte, pero Eduardo Arroyo continúa en la gesta de la inmortalidad creativa. La obra, publicada por Galaxia Gutemberg en España, cumple con el sueño del escritor de Robles de Laciana a través de 130 ilustraciones en color y 200 en blanco y negro.

La edición presenta la novela épica de James Joyce con una luz más accesible al tiempo que muestra el increíble talento de Eduardo Arroyo.

El artista neofigurativo, uno de los más grandes pintores españoles de los dos últimos siglos, siempre había soñado con ilustrar el Ulysses, pero no fue hasta 1989 cuando en un tour de force consigo mismo —la enfermedad le había dejado sin fuerzas— puso en marcha un viaje que, como al personaje original de Homero, le hizo obligó a adentrarse en los laberintos de su propia creación hasta recalar de nuevo en Ítaca.

Sin embargo, Arroyo nunca vio su obra publicada en vida: Stephen James Joyce, nieto del escritor y ejecutor de sus derechos de autor, impidió que se publicara, arguyendo que su abuelo nunca habría querido ver su obra ilustrada. Falso. De hecho, en 1935 apareció una edición limitada con litografías realizadas por Henri Matisse, que con posterioridad enfureció al literato irlandés al enterarse de que el francés ni siquiera se había molestado en leer la novela y se había limitado a pintar algunas escenas de la obra de la Odisea de Homero.

El resultado es una nueva experiencia literaria y visual a través de las vibrantes y eclécticos collages, dibujos y pinturas que amplifican la energía de la obra de Joyce.

Destaca el editor, Joan Tarrida, que en 2011, al entrar en dominio público los derechos de Joyce a los setenta años de su muerte, se abrió una nueva posibilidad. «El trabajo entre Eduardo Arroyo y Galaxia Gutenberg continuó y en enero de 2018 nos reunimos en el estudio que el artista tenía en Costanilla de los Ángeles en Madrid, para ver los primeros capítulos ya maquetados». Veinticinco años después los dibujos de Arroyo cobraban nueva vida junto al texto de Joyce. Destaca Tarrida que lo que hizo absolutamente feliz a Arroyo durante los últimos meses de su vida fue saber, en julio de 2018, que Judith Gurewich y su editorial Other Press se habían sumado de manera entusiasta al proyecto. El sueño de tantos años de Eduardo Arroyo estaba cada vez más cerca de cumplirse: ver sus dibujos publicados junto al texto original de James Joyce, uno de los escritores que le acompañaron toda su vida.

Todo este trayecto desemboca en la feliz coincidencia de que, finalmente, Ulysses ilustrado por Eduardo Arroyo se publicará cuando se celebre el centenario de la primera edición de la novela en París, en febrero de 2022. Algo que, sin duda, hubiera hecho las delicias del artista.

Artista total

Eduardo Arroyo fue un artista total. Su creación es un gran ensayo del siglo XX y eso sólo se consigue sumergiéndose en el lenguaje, adivinando lo que se esconde tras él, vislumbrando todo aquello que quiere y, lo que a veces resulta mucho más importante, lo que no quiere decir. Porque el lenguaje es el atlas que nos guía por dentro de este mundo que apenas somos capaces de advertir, porque es con lo único que contamos para descubrir la ecuación que nos lleva a ver la realidad detrás de la representación, porque el lenguaje es el candil que Diógenes sigue buscando.

La obra de Arroyo es precisamente ese viaje (real y figurado) que el cínico emprende cada día, y los márgenes que ha atravesado han ampliado las fronteras del mapa del idioma. Un idioma es un viaje —y él hablaba español, francés e italiano—, porque para entender al otro hay que estudiar su carta astral, porque cuantos más mundos hayamos visitado, mayor será el que vamos creando. «Eduardo, recorre el mundo y tráeme la vuelta», contaba que le dijo su tío Pío. Y la vida del creador de Laciana, un lugar que no deja de ser un atlas prodigioso del fin de los tiempos, siempre estuvo inmerso en ese recorrido sin fin, porque como la diosa le dijo a Ulises: tu vida es este viaje, y porque sólo los que lo aceptan son capaces, al final, de regresar. Para no perdernos en los mundos de Eduardo Arroyo hay que ir encajando la cartografía de sus imágenes: las moscas, por ejemplo, el reloj, el propio tiempo, el boxeador, el toro, el perro, el búho, la lluvia… el hoyo, un simple hoyo, la tristeza, la punzada melancólica que aparece de forma obstinada en su obra y que sólo se despista por la ironía con la que Arroyo trata de esconderla… la libertad, la búsqueda nostálgica de la libertad, como en El trío calaveras, la historia del fracaso de Europa aunque, como él mismo decía, sin el fracaso no se progresa, y sin el tiempo perdido, tampoco.

Pero, además, un conjunto de 36 obras —pinturas y esculturas, de las cuales nueve pertenecen a la Colección Enaire de Arte Contemporáneo— producidas desde el año 2000; un periodo fecundo y de una gran vitalidad en la vida de Arroyo se exponen en la muestra El Buque fantasma, en Santander. La muestra refleja la vitalidad de un artista que estuvo al pie del cañón en los últimos años, demostrando una constante creatividad y realizando algunas de sus obras más significativas.

La diversidad de técnicas, la profusión de personajes, la fructífera reflexión sobre la historia y la condición del artista, vuelven a aparecer abiertamente. Pintor, escultor, escritor, escenógrafo, coleccionista y lector, Eduardo Arroyo ha nutrido su pintura de referencias literarias y autobiográficas subtitulándolas con un sentido constante de ironía.

El título de la exposición proviene del último cuadro pintado por Eduardo Arroyo en julio de 2018 en su taller en Robles de Laciana. A partir de la famosa leyenda del marinero maldito ambientada en la música de Richard Wagner, Arroyo inventa una gran composición en forma de fantasía literaria donde el amarillo y los colores primarios compiten con la máscara negra de Fantomas, que juega como un jeroglífico contra otros fantasmas presentes en la exposición, donde Eduardo Arroyo vuelve a demostrar la fuerza de la imagen.

En esta muestra también se puede ver un tríptico monumental que el pintor titula Tres movimientos para una España vacía, y donde nos ofrece su particular lectura de los paisajes de su España. Para acompañar a la exposición, La Fábrica ha editado el libro Eduardo Arroyo: El Buque Fantasma dentro de la colección de gran formato Cuadernos de Artista. Una publicación que reúne las obras de la exposición y dos textos de la comisaria Fabienne Di Rocco y del escritor Julio Llamazares, que contextualizan la obra de Arroyo.

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