Diario de León
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León

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josé enrique martínez

Aunque murió demasiado pronto, Víctor Botas (Oviedo, 1944-1994) nos ha legado una obra sólida en la que según sus propias palabras primó la ética sobre la estética y la elegancia sobre la estridencia. Si la fortuna no acompañó al poeta en vida, su obra, de apenas siete libros, se ha ido abriendo paso en estudios, congresos y publicaciones. Entre los críticos que le han prestado atención permanente se cuenta José Luna Borge, leonés de Sahagún, que nos entrega ahora sus textos sobre el poeta asturiano en un libro imprescindible para un mejor entendimiento de la escritura poética e incluso narrativa de Botas, de la que también trata el crítico.

Nos centraremos aquí en las propiedades de la poesía botesca que Luna Borge va desgranando a lo largo de su libro y que convierten la poesía del asturiano un mundo peculiar que comenzó con Las cosas que me acechan (1979) y se apagó con el póstumo Las rosas de Babilonia, publicado el mismo año de su muerte. En todos ellos brilla el ingenio, la ironía, el humor, «el horror a la grandilocuencia y el énfasis», el uso de guiones y paréntesis que propician la digresión, los finales anticlimáticos, el coloquialismo, los juegos de palabras, el cultivo del encabalgamiento, la desmitificación de personajes de la historia y la mitología y las referencias al mundo clásico. Los maestros de Botas pertenecen, justamente, a la clasicidad: Homero, Horacio, Virgilio, Catulo, y más acá en el tiempo, Fray Luis, Quevedo y Borges, con quien se topó «una tarde de invierno, en León», según dice el poeta.

El propio Botas no deja de ser un clásico moderno, pero, según afirma el crítico, un clásico divertido, como puede refrendar cualquier lector. Son relevantes también las páginas que dedica Luna Borge a situar el poeta dentro de esa generación del 70 que empezó siendo «novísima» y a la que el asturiano y otros como D’Ors, Sánchez Rosillo o Juaristi hicieron virar hacia la vida y la dicción natural.

Dentro de tal generación, tres notas singularizan la poesía de Botas, siguiendo a Luna Borge: la aproximación del lenguaje poético al de la prosa hablada y familiar, la ironía y el humor como enmascaramiento del miedo a la muerte y el uso de la cultura grecolatina con intención burlona y prosaica.

El lector debe saber que en 1999 se publicó la Poesía completa de Botas y que volvió a editarse muy mejorada en 2012, siempre al cuidado de J. L. García Martín, amigo, mentor y compañero de fatigas.

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