Diario de León

«En España necesitamos nuevas obras de regulación»

Andrés del Campo. CASARES

Andrés del Campo. CASARES

León

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«La actual población mundial solo puede sostenerse con el regadío», advierte Andrés del Campo, máxima autoridad en la materia y presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), una asociación que en la actualidad cuenta con más de 700.000 regantes y más de dos millones de hectáreas, es decir, más del 80% del regadío nacional.

—¿Cual es la importancia de los regadíos en la economía Española?

—Realmente mucha, ya que de esos regadíos dependo ahora mismo la producción de alimentos en todo el mundo. Tenemos que ser capaces de abastecer a la población mundial que antes del año 2050 pasará de los 7.600 millones de habitantes a los 9.500. Por eso desde la FAO se nos pone el reto de incrementar un 55% la producción de alimentos antes de ese año, y con la presión que hay ahora mismo de los recursos naturales, las consecuencias de la guerra, de la pandemia y del cambio climático, sin el regadío y sin la modernización de la agricultura este reto sería imposible. Por eso la solución está en la modernización del campo, en producir más en menos superficie. En España, el riego ocupa menos del 15% del territorio, pero en cambio da más del 65% de la producción total agraria. Una hectárea de regadío produce como cinco de secano, y en el caso del intensivo, una de regadío equivale a más de 40 de secano.

La biotecnología también ayuda a mejorar la resistencia a plagas con menos fitosanitarios y, por tanto, se contamina menos. Estos, además, reduce los costes para los agricultores. Es decir, que la solución está en el regadío altamente tecnificado y eficiente, que tiene en cuenta el binomio agua y energía. Del regadío depende el futuro de la alimentación en el mundo.

—España está muy desarrollada en la modernización del campo. ¿Qué falta por hacer?

—Ciertamente podemos presumir de que estamos haciendo muy bien las cosas, ya que somos una referencia mundial. Ya hemos modernizado el 75% del riego mediante presión y aspersión, de forma que solo quedan 900.000 hectáreas pendientes de transformar, lo que representa un 34% de la superficie regada. Eso no ocurre en ningún otro país, solo en Israel, pero allí tienen 170.000 hectáreas, y nosotros tenemos dos millones. Debemos estar orgullosos de todo ese esfuerzo.

—¿Sienten el suficiente respaldo del Gobierno a la hora de gestionar los recursos hídricos?

—Pues la verdad es que no siempre. Lo que hay es un excesivo celo medioambiental que yo calificaría de ideológico que quiere poner por encima de cuestiones tan fundamentales como la producción de alimentos, sin medir las consecuencias económicas que pueda suponer ni las repercusiones sociales. Lo que está claro es que necesitamos acometer más obras de regulación del agua, para satisfacer las necesidades del campo pero también para prevenir inundaciones, que causan tantísimos daños, y disponer del agua en los meses de sequía, que cada vez son más agudos. Todo esto se está ignorando desde Europa pero también desde el ministerio, por ese excesivo celo medioambiental del que le hablaba. Sí en España no existieran las obras de regulación hechas hasta el momento la población no podría sobrevivir los meses de julio y agosto, con los ratios de consumo existentes, y con la importancia que tiene el turismo en España, esa necesidad de agua se va ir incrementando.

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