Diario de León

‘Influencer’ sin filtros a los 91

Su nombre es Sara, tiene 91 años, lleva más de tres décadas conviviendo con el párkinson y es ‘influencer’. De las buenas. Sin filtros. De las que contagian optimismo y ganas de vivir. «Es ahora o nunca», reza su frase de presentación en Instagram, donde supera con creces los 256.000 seguidores

Sara Blanco, con el pelo tintado en azul, a juego con sus uñas, y elegantemente vestida, posa en su casa para la entrevista

Sara Blanco, con el pelo tintado en azul, a juego con sus uñas, y elegantemente vestida, posa en su casa para la entrevista

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Sara Blanco triunfa en redes sociales con sus ‘looks’ y su positividad. Su comunidad de seguidores comenzó a fraguarse durante la pandemia, cuando se mudó con dos de sus hijas a Los Ángeles, donde tienen una productora de cine. Sin hablar inglés, se encontraba un poco perdida, hasta que una amiga de la familia animó a Sara Blanco (Cogeces de Íscar, Valladolid, 1932) a que mostrase en redes sociales sus dotes culinarias, de las que disfrutó «medio Hollywood», comenta la vallisoletana, que triunfaba con «la paella y las sopas de ajo. Alguno repetía y a otros, cuando no se podía salir a la calle, les mandaba los platos a casa». Pese a su buena mano en la cocina, Sara destaca por su elegancia innata, lo que no pasó desapercibido para sus seguidores, que cada vez se mostraban más interesados en sus estilismos. «Me vino Dios a ver», afirma la ‘influencer’. Fue un revulsivo para ella. La mejor de las medicinas. Se tiñó de azul su cabello blanco, porque «¿a los 90 años de qué me voy a arrepentir?» y comenzó a usar prendas negras, que jamás había querido llevar.

«Ese color no me lo pongo, nunca me lo he puesto y nunca me lo voy a poner», decía. Sara lo unía al luto que tuvo que vestir su madre cuando su padre falleció. Se dio cuenta que le sienta fenomenal (durante la entrevista está sentada con un sueter de cuello cisne negro que bien podría lucir Audrey Hepburn). «Es lo que quiero transmitir a la gente, que no tenga miedo. Hay que ponerse de todo».

Pasó de ser madre de artistas —tres de sus hijas eran las integrantes del popular grupo de los 90 ‘Greta y los Garbo’— a ser la artista de la familia. «Ahora son ellas las que están conmigo levantando esta historia con la que me estoy divirtiendo mucho. Es una manera de que me vista y no piense en mi enfermedad».

Tal fue su impacto, que la Asociación de Parkinson de Los Ángeles la tomó como imagen. Sin embargo, no sólo la gente mayor o enferma la sigue. «Hace una semana recibí un mensaje de una chica muy joven a la que acababa de dejar su novio y me dijo que verme le da ganas de salir de la cama y pensar que tiene que salir adelante y no estar triste».

Como apasionada de la moda, guarda como oro en paño piezas de Chanel en su casa de Valladolid. «Tengo trajes de ella muy bonitos», comenta, aunque también de firmas españolas como Modesto & Lomba. Su fetiche son los zapatos de tacón. «Me han chiflado toda la vida». Incluso cuando, para subsistir, tuvo un restaurante, almacenes de madera, minas de carbón y de plomo, una finca con ganadería, empresas de repostería industrial o una fábrica de géneros de punto.

«Cuando fallaba un negocio, mi marido y yo poníamos otro corriendo porque eran tiempos difíciles en España, pero yo me levantaba por la mañana, me arreglaba, me ponía mis tacones y a trabajar», cuenta.

«La primera vez que unos playeros entraron en mi pies fue cuando por la enfermedad de mi marido nos trasladamos a Levante. Al principio no era capaz de ponérmelos», recuerda antes de contar que unas Navidades que se marchó con toda la familia a Tailandia, «llevaba un traje precioso, todo dorado, y unos tacones tremendos. Bailando me caí. ¡Menudo porrazo!, pero yo iba elegantísima», rememora entre risas.

Y así piensa seguir, subida a sus tacones y cumpliendo sueños. Su próxima meta es lanzar al mercado «un libro de cocina a nivel internacional. Tengo ya casi las recetas preparadas», afirma, aunque hay otros proyectos que no puede desvelar aún porque «se tienen que desarrollar», explica antes de enfatizarr que «nunca es tarde para hacer cosas que te hacen feliz, porque la vida es maravillosa».

QUIÉN ES. Sara Blanco es una ‘influencer’ de 91 años que muestra en sus redes sociales cómo convive con el párkinson UNA HISTORIA DE SUPERACIÓN. Cuando aparecieron los primeros síntomas Sara Blanco tenía 50 años pero nunca dejó que el párkinson la dejara en casa o condicionara su vida Con su pelo teñido de azul y sus estilismos ha conquistado a las redes sociales, en donde sus seguidores se cuentan por cientos de miles INSPIRACIÓN. Su vida y la manera que tiene de enfrentarse a la enfermedad es un ejemplo también para los más jóvenes

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