Diario de León

El largo y último verano de la URSS

l Reino de Cordelia reedita el libro de Sara Gutiérrez quince años después

Imagen de una de las viñetas con las que se reedita la obra de la oculista y periodista

Imagen de una de las viñetas con las que se reedita la obra de la oculista y periodista

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León

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pilar martín

Pese a saber que en España su vida profesional la tenía solucionada, Sara Gutiérrez no quiso seguir un «camino trillado», así que se fue becada a Járkov (Ucrania) en 1989 para cursar sus estudios de Oftamología, una experiencia vital y de supervivencia durante El último verano en la URSS. Así se llama este libro escrito por Gutiérrez, una joven que en aquellos años se podría haber quedado en su Ovido natal a terminar sus estudios de Medicina o haberse ido a Estados Unidos a finalizarlos, pero prefirió irse a Ucrania dos años antes de que la Perestroika de Gorbachov cambiara ese país conocido hasta 1991 conocíamos como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. «Siempre pensaba que la vida había que vivirla en el momento, que no hay futuros, que el futuro puede ser muy largo y muy corto, y si podía vivir algo extraordinario que me hiciera sentirme más viva, mejor. Eso te lleva a arriesgarte y la cosa es no arrepentirse de no haber vivido», cuenta a Efe la autora sobre ese mantra vital que siempre la ha acompañado.Por eso, pese a tener un expediente académico que le hubiera permitido ir a estudiar becada a Estados Unidos, «que era el sueño de todo el mundo», ella quería hacer «algo diferente para destacar» ya que era la primera generación de su familia que iba a la Universidad. «Era joven y creía que podía con todo, y lo de irme a Estados Unidos o formarme en España pensaba que lo tenía y lo podía tener en cualquier momento, pero no la posibilidad de irme a la Unión Soviética», añade.

Así que fue pidiendo becas, «para no pedir favores», y así fue como se topó con la que le ofrecía el Ministerio soviético de Educación para especializarse en Oftalmología.

En 1988 el viaje a la URSS se complicó y se sacó una oposición en España. Una plaza que rechazó porque en ese momento también tuvo luz verde para emprender su viaje, una aventura que su padre apoyó: «él me dijo que si me había sacado la oposición ahora podría hacerlo mil veces». Y Gutiérrez se fue por fin a Járkov (Ucrania) en 1989.

Pero lo que Gutiérrez cuenta en El último verano en la URSS no son esas peripecias iniciales, que también, sino un viaje que le hizo cruzar el país, desde el Mar Báltico al Mar Negro, cuando ya se conocía al dedillo la ciudad en la que acabó de formarse como doctora especialista en Oftalmología. En concreto un viaje de quince días, junto a su compañera uzbeca Yulduz, en el que gracias a su visado internacional (que disponía para regresar a España de vacaciones) pudo volar a Leningrado (que 15 días después fue renombrada San Petersburgo). De allí la autora volvió a Járkov, pero en trenes nocturnos y alojándose en lugares que no fueran hoteles, porque ese viaje «turístico» no le estaba permitido con ese visado

Una experiencia que se puede leer en clave de relato casi histórico, pero donde la autora ha querido remarcar algo más importante: «Llamar la atención sobre esas cosas por las que pasamos por alto y que son realmente importantes». Es decir, situaciones vividas junto a su compañera rusa como cuando le recrimina que ella era una mujer «libre»: «Y yo pienso, si ella hubiera sabido los problemas de libertad que tenía en mi país, porque yo era consciente de mis problemas de libertad y ella ni siquiera se daba cuenta de que podía ser feliz. Hay mucha gente que con el contacto con los demás pueden darse cuenta de sus posibilidades».

Escrito hace 15 años, y revisado ahora para su publicación con motivo del 30 aniversario del fin de la Unión Soviética, en este libro ilustrado por Pedro Arjona, Gutiérrez ve también en sus páginas una suerte de lección vital: «No hay que tenerle miedo a nada, pienso que la vida hay que vivirla».

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