Diario de León

Lecciones más seguras

La Universidad de León apuesta por las clases presenciales en sus escuelas y facultades, pero cumpliendo con todos los protocolos y medidas necesarias para evitar la influencia del coronavirus

Una de las aulas de la Escuela de Ingenierías donde se combina la docencia presencial con la remota a través de las herramientas digitales. DL

Una de las aulas de la Escuela de Ingenierías donde se combina la docencia presencial con la remota a través de las herramientas digitales. DL

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León

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A. Calvo

La Universidad de León, a pesar de las circunstancias, no ha querido renunciar a las clases presenciales para garantizar la completa formación de sus alumnos y, siempre, salvaguardando la salud de toda la comunidad universitaria. Siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Universidades y la normativa propia de la Junta de Castilla y León, como explica la vicerrectora de Actividad Académica, Nuria González, la institución académica elaboró ya en el mes de julio dos documentos «para que dieran soporte al desarrollo de la docencia en este curso tan peculiar». Por un lado, Protocolo de vigilancia y actuación frente a la covid-19 Curso Académico 2020/2021, que contiene las normas sanitarias que se deben respetar en la Universidad de León, la creación de las unidades básicas de vigilancia así como los pasos a seguir en caso de aparición de un caso sospechoso. Además, la institución leonesa también desarrolló su Plan de Actuación Universidad de León para la adaptación de la docencia del Curso Académico 2020/2021 a las exigencias sanitarias, con las medidas para la organización de la docencia presencial adaptada a las medidas sanitarias y a la disponibilidad de recursos humanos y físicos. Como consecuencia de la nueva normativa aprobada por la Junta ya a principios de septiembre, a punto de comenzar el curso académico, la Universidad volvió a reorganizarse para cumplir con los nuevos requisitos modificados por la Administración autonómica y aumentar las garantías sanitarias dentro de todas sus instalaciones y centros. Así, se incorporaron las variables del uso de mascarilla, la separación física de 1,5 metros y el aforo de las aulas como máximo al 50%. «Este cambio de normativa implicó que las facultades y escuelas de la Universidad de León tuviesen que hacer importantes reajustes en la planificación de la docencia a escasos días de empezar el curso», como precisa Nuria González, quien señala que en aquellas asignaturas que los espacios permiten cumplir la normativa se continuó apostando por la docencia presencial, en otras se optó por una docencia combinada (presencial y telemática) y finalmente, algunas asignaturas teóricas con grupos muy numerosos tuvieron que pasar a la enseñanza completamente online. «La organización de la docencia se hizo siempre intentado cumplir el máximo nivel de presencialidad posible, priorizando la realización de prácticas, diseñando aulas espejo y aulas escucha para garantizar que los alumnos que a continuación tenían prácticas presenciales pudiesen llegar a tiempo», concreta.

Buenos resultados

Los resultados del cribado masivo llevado a cabo por la institución «hablan bien del sistema implantado en la Universidad de León y la cooperación de toda la comunidad universitaria, además del esfuerzo llevado a cabo por las facultades y escuelas para garantizar todas las medidas de seguridad. Nos reafirma en que estamos haciendo bien las cosas», concreta el responsable de la unidad de vigilancia para la covid de la ULE, Vicente Martín, en relación a que de los cerca de cuatro mil test realizados la incidencia del virus se redujo al 0,2%.

La institución leonesa cuenta con un equipo de diez rastreadores, todos alumnos —dos de Informática, otro de Derecho y siete de Ciencias de la Salud— que se encargan de contactar con todo aquel que registra una incidencia en el cuestionario que ha habilitado la Universidad de León en su página web. «Tanto alumnos, como profesores o trabajadores, ante una sospecha clínica, una PCR positiva o un contacto estrecho con un positivo lo notifican», señala Martín, quien añade que dos de los diez rastreadores están en Ponferrada, aunque como allí la incidencia es menor y todas las acciones se realizan a través de teléfono también se suman a las gestiones que llevan a cabo sus ocho compañeros en el Campus de Vegazana.

«Es importante que sepan que alguien les atiende y a los que son asintomáticos también se les llama todos los días para saber si necesitan algo», añade el delegado del rector para abordar la crisis del covid en los campus universitarios, quien explica que las llamadas son inmediatas y, además de ver qué tal están y conocer sus contactos estrechos para sumarlos al registro de incidencias, en muchos casos desde la Universidad de León también colaboran en la realización de las PCR en que caso de que a través del sistema de salud la prueba se demore, ya que la colaboración y las relaciones con Sacyl son muy estrechas. El responsable de la unidad de vigilancia, Vicente Martín, explica que desde que comenzó el curso se han registrado ya dos mil incidencias y 400 PCR han arrojado un resultado positivo. Un trabajo de apoyo al sistema de salud autonómico para seguir poniendo coto al coronavirus, no sólo en el ámbito universitario, si no también más allá de las aulas.

El sistema de vigilancia está reforzado por todas las medidas implementadas por las escuelas y facultades. En cada una de ellas existe un centro de control del coronavirus para que en todo momento se sepa cómo actuar en cuanto surja un aviso o una alerta. De hecho, algunos centros —Económicas, Industriales, Educación y Filosofía y Letras— retrasaron una semana el inicio de curso para poder adaptar sus aulas y tomar todas las medidas necesarias para garantizar que en sus instalaciones se cumplían con todas las garantías. Cada centro, en función del número de alumnos, del tipo de materias o de las características de sus aulas ha ido tomando decisiones para garantizar la decidida apuesta por la presencialidad.

Entre los modelos que destacan, aplicados por la institución académica, está el síncrono o híbrido. Los alumnos acuden a clase por turnos, mientras una semana forman parte del grupo presencial, otra reciben la misma clase que sus compañeros, pero desde casa y a la misma hora, aprovechando los recursos digitales. Las aulas espejo, que han aplicado en centros como en Educación o en Biológicas, es otro de los modelos implantados. Este sistema se aplica sobre todo en materias donde el grupo es muy grande, de forma que también se divide en dos, aunque ambos deben acudir de forma presencial a su centro. Repartidos en dos aulas, en una está el profesor dando la clase de forma presencial mientras que en una clase próxima el segundo grupo recibe la formación a través de una pantalla, con la ventaja de que el docente puede desplazarse de un aula a otra para aumentar la relación con los estudiantes o resolver determinadas cuestiones. Además, este sistema resulta eficaz en caso de que existan prácticas que requieran también que el alumno esté presente.

La presencialidad total se ha mantenido en otras facultades que cuentan con grandes aulas, pero que en muchos casos también han tenido que dividir los grupos, ampliando las clases a turnos de mañana y de tarde, reduciendo así el número de estudiantes que permanecen en las aulas y aprovechando todos los espacios, que incluso no tenían un uso específico como clases.

Los grupos de prácticas se han subdivido a fin de que todos los estudiantes puedan realizarlas y los profesores han organizado y planificado los contenidos para condensar al máximo las tareas en los laboratorios, de forma que en muchos casos la teoría se da previamente a la llegada a estos espacios para que los alumnos puedan aprovechar al 100% el tiempo en los laboratorios.

El control sobre la asistencia a clase ha aumentado este curso, con el fin único de saber qué alumno asiste a clase y también el motivo por el que alguno no lo hace, en caso de que pudiera ser covid. El objetivo, poder establecer en caso de que fuera necesario, los contactos estrechos de un positivo. Por este motivo, los alumnos tienen un asiento asignado para todo el curso, a fin de reducir también la exposición al virus, y también se han puesto en marcha un sistema basado en el código QR, opciones que las escuelas y facultades aprovechan o combinan en función de sus necesidades. Así, cada alumno, cada vez que entra a un aula o se sienta en un puesto, escanea el código y cumplimenta un sencillo formulario a fin de tener una trazabilidad de con quién ha estado y dónde.

«Toda la experiencia previa de la docencia online ha sido útil», explica el director del área Universidad de León Online, Mario Grande, quien añade que la pandemia del coronavirus también ha dejado un «aprendizaje muy interesante para todos», en relación al potencial de los recursos digitales para impartir las materias universitarias. Tras la «docencia remota de urgencia» que se tuvo que aplicar durante los meses de confinamiento, la Universidad de León ha encarado el presente curso «haciendo una reflexión sobre cómo afrontarlo». Así, la formación híbrida por la que han apostado muchos centros se ha convertido en una gran aliada, a pesar de que desde la institución académica se sigue apostando por la máxima presencialidad, ya que la relación entre el alumno y el docente es más estrecha y motivadora. «Para los alumnos también es duro, no es lo mismo estar en clase que en casa, porque el feedback es más limitado, pero también tiene ventajas», señala Grande para añadir: «Tampoco es la situación óptima, pero sí es la menos mala de las soluciones o la más cercana a la presencialidad».

«El potencial de muchas herramientas puede ayudar a la transformación digital, porque la docencia online, por otra parte, también es muy atractiva para gente que está trabajando y quiere completar su formación o no pueden acudir a las clases, y en otros países se está haciendo una apuesta importante por este sistema», señala el docente, que se encarga de dar clases en tres de los másteres online de a la Universidad y en el grado semipresencial de Información y Documentación. Eso sí, concreta que la formación online requiere una planificación de contenidos concreta y muy estructurada, diferente a la presencial, por lo que es necesario tenerlo en cuenta antes de dar el salto. Aspecto que los docentes han tenido en cuenta de cara a este curso y en previsión de que la evolución de la pandemia haga regresar a los meses del estado de alarma. La ventaja también está en que muchos docentes también pueden dejar grabadas sus clases de forma que el alumno pueda acudir a estas grabaciones para consultarlas.

Las tutorías es uno de los elementos que podría trasladarse al sistema telemático, aplicando y combinando todos los métodos para actuar de una manera eficaz y segura en la situación actual. Sin embargo, a Mario Grande lo que más le preocupa es «cómo motivar al estudiante, que esté realmente implicado en la casa, que esté comprometido y se logre con él un verdadero feedback».

Refuerzo

El refuerzo de personal en el área de Informática de la Universidad de León, además de recursos materiales como tabletas digitalizadoras —que funcionan como pizarras que pueden reproducir lo que se escribe sobre ellas, muy útiles en caso de materias en las que sea necesario usar fórmulas—, ordenadores, cámaras web o micrófonos que recogen el sonido ambiente se han convertido este curso en nuevos elementos de las aulas llegados a través de los fondos covid o los fondos Feder a través de la Junta de Castilla y León, como explica el responsable del área Universidad de León Online. A esto, añade la colaboración entre las universidades públicas de Castilla y León, y «los esfuerzos realizados desde la Escuela de Formación para proponer cursos practicos» a los miembros de la comunidad universitaria junto con «la implicación de todo el personal, docente y administrativo, decanatos, coordinadores de título, soporte de moodle, servicio de informática, pero sin olvidar personal de limpieza o conserjes».

Además, la Universidad de León también cuenta, en el edificio de la biblioteca central, con un plató que complementa todos los recursos telemáticos, ya que en él ese pueden grabar vídeos o píldoras para lanzarlas a los estudiantes y así complementar su formación o hacerla más atractiva.

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