Diario de León

¿Mejor la película o la novela?

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verónica viñas

Juan Marsé odió todas las películas basadas en sus novelas. El padrino era el libro que Mario Puzo no quería escribir. Lo hizo para pagar deudas. Coppola convirtió la historia de don Corleone en una obra maestra del cine. La relación entre literatura y el séptimo arte no siempre es fácil. El súper ventas Carlos Ruiz Zafón, guionista en Hollywood desde los años 90 hasta su fallecimiento, afirmaba que «el guion es un cubito de caldo y la novela el guiso completo».

Pese a la larga nómina de escritores leoneses, muy pocos han visto plasmadas sus obras en la gran pantalla. Uno de los ‘pioneros’ fue Alejandro Casona. Hijo de la célebre maestra leonesa Faustina Álvarez, el dramaturgo estrenó Nuestra Natacha el 16 de julio de 1936 en León, antes de partir hacia el exilio. La obra iba a ser adaptada al cine ese mismo año por Benito Perojo, pero el rodaje se interrumpió por la Guerra Civil. Finalmente, sería el cineasta argentino Julio Saraceni el que la llevaría al cine en 1944. No fue la única. También tendrían versión cinematográfica La barca sin pescador, La dama del alba, Las tres perfectas casadas, Los árboles mueren de pie, Siete gritos en el mar, Romance en tres noches, María Celeste, Ceniza al viento, Si muero antes de despertar, Veinte años y una noche, Cuando florezca el naranjo, No abras nunca esa puerta, La pródiga, El extraño caso de la mujer asesinada o Ilusiones, película mexicana de 2015 basada en Los árboles mueren de pie.

Jesús Fernández Santos, que ejerció de leonés toda su vida —falleció en el pueblo de su padre, Cerulleda, en 1988—, se inspiró en la montaña del Curueño para gran parte de su producción literaria. Realismo social, recuerdos de infancia, Guerra Civil y el amor en sus múltiples vertientes son los ejes centrales de Los jinetes del alba, novela ambientada en Asturias y en el balneario de Noceda. El texto fue convertido en 1991 en una exitosa serie de televisión por Vicente Aranda, con Maribel Verdú, Jorge Sanz y Victoria Abril como protagonistas. Miguel Picazo llevó al cine Extramuros en 1985. La obra relata las peripecias de un grupo de monjas en un convento a punto de ser clausurado, que se debaten entre la indigencia y el hambre. Una de ellas, sor Ángela (Mercedes Sampietro), cree haber dado con la solución para evitar el cierre: finge en sus manos las llagas de Jesucristo. El convento se convierte en centro de atención de decenas de personas que desean ser sanadas por la santa. La película fue vetada en algunos cines porque el filme sugiere la relación amorosa entre dos monjas.

Sin duda, una de las películas leonesas más exitosas ha sido Luna de lobos, adaptación al cine de la novela homónima de Julio Llamazares. Julio Sánchez Valdés rodó en 1986 el filme en Cistierna, el viejo Riaño, La Ercina y la montaña leonesa, con decenas de extras locales. Protagonizada por Antonio Resines, Álvaro de Luna y Santiago Ramos, relata los avatares de una reducida partida de maquis. El autor de La lluvia amarilla —adaptada al teatro—ha trabajado como guionista o coguionista en películas del director leonés Felipe Vega, como El techo del mundo o en el documental Elogio de la distancia, así como en Flores de otro mundo, dirigida por Icíar Bollaín. Juan Benet, autor de una de las grandes novelas del siglo XX, Volverás a región, inspirada en esta provincia, fue el ingeniero que construyó el pantano del Porma, que sepultó bajo las aguas el pueblo natal de Llamazares, Vegamián. Benet logró llevar al cine su thriller El aire de un crimen, dirigida por Antonio Isasi.

El realizador leonés Chema Sarmiento, Espiga de Honor en la última edición de la Seminci, firma la película El Filandón. Cinco amigos se reúnen para contar historias: se trata de los escritores Luis Mateo Díez, Antonio Pereira ,Julio Llamazares, Pedro Trapiello y José María Merino. Luis Mateo, gran devorador de cine «hasta de películas malas», ha visto adaptada al cine La fuente de la edad. Dirigida por el cineasta leonés Julio Sánchez Valdés y protagonizada por Manuel Alexandre, Pilar Barrera y Roberto Bayón, cuenta la estrambótica aventura de un grupo de amigos en busca de las aguas de la eterna juventud. Chema Sarmiento también adaptó a la gran pantalla, con actores con síndrome de Down, Viene una chica, sobre los primeros amores. «El cine es muy arriesgado», dice Luis Mateo. «Sí hubo un proyecto que me gustó y era adaptar las novelas cortas de las Fábulas del sentimiento. No todas, pero sí diez capítulos. Cada capítulo lo iba a dirigir un director, y eran los más punteros del momento. Aquello me hizo ilusión, pero finalmente no se llevó a cabo», según el creador de Celama.

Uno de los filmes más impactantes de la Transición, El desencanto, sobre las escabrosas relaciones de la familia Panero, tiene a León y a los tres hijos del escritor y su mujer, Felicidad Blanc, como protagonistas. La película dirigida por Jaime Chávarri, tuvo una segunda parte rodada en los noventa por Ricardo Franco, titulada Después de tantos años.

En 2021 fallecía a los 101 años el escritor de Montejos Severiano Fernández Nicolás. Pese a la calidad de su obra, se quedó a las puertas de ganar el Planeta y el Nadal, lo que le valió el calificativo de ‘eterno finalista’. «Mala suerte», decía. Licenciado en Derecho, Fernández Nicolás compatibilizó su tarea profesional como secretario de juzgado con una intensa actividad literaria que inició como poeta. Fue guionista de películas como El diablo también llora, protagonizada por Alberto Closas, Paco Rabal y Fernando Rey.

El escritor y periodista leonés Jesús Torbado ejerció de guionista en la película El asesino no está solo, protagonizada por Lola Flores y dirigida por Jesús García de Dueñas.

Superlópez, el personaje tierno y patoso creado a principios de los 70 por el dibujante leonés Juan López Fernández, conocido en el mundo del cómic como Jan, dio el salto a la gran pantalla en 2018 encarnado por el actor Dani Rovira.

El escritor berciano Raúl Guerra Garrido, que falleció hace unos días, publicó en 1987 El mar es mala mujer, novela que fue llevada al cine por Ferrán Llagostera, con el propio Garrido como coguionista.

El dramaturgo leonés y exdirector de la Sgae Fermín Cabal, ha sido guionista de títulos como La reina del mate —que también dirigió—, El pico 2, Ni pies ni cabeza, o Tú estás loco Briones.

ana burgueño

Las adaptaciones de obras literarias han sido una constante en la historia del cine y no siempre para bien. Comparar la película con el texto en el que se ha basado es casi inevitable, suele dar pie al debate y, en ocasiones, a airadas polémicas.

La pregunta de si es mejor la película o la novela siempre está ahí y es una de las muchas que este año planteará el festival donostiarra Literaktum a sus invitados, escritores como el Premio Cervantes Eduardo Mendoza, Héctor Abad Faciolince y Jesús Carrasco que han visto trasladar a la gran pantalla algunas de sus obras. Isaac Rosa, Gabriella Ybarra y Virginia Feito son otros de los autores que participarán en esta edición de Literaktum, que se suma así a la celebración del 70 aniversario del Festival de Cine de San Sebastián. Los seis, junto a la directora, guionista y exministra de Cultura Ángeles González-Sinde han hablado para Efe de sus respectivas experiencias.

DOS LENGUAJES, DOS CÓDIGOS

Mendoza es uno de los autores de los que más títulos se han adaptado, como su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, que dirigió Antonio Drove en 1979 con guion propio, y El año del diluvio, de 2004, en cuyo guion participó junto a su director, Jaime Chávarri.

«Aunque Chávarri y yo somos muy amigos y nos entendemos muy bien en cuestiones de cine y literatura, me temo que mi presencia aportó poco. Al final comprendí que lo mío era escribir novelas y dejar a los guionistas en paz», asegura.

Isaac Rosa coescribió la versión que, con el título de La vida en rojo, Andrés Linares realizó sobre su libro El vano ayer. Para él fue «una buena experiencia y un aprendizaje», pero se dio cuenta de que ese no era su «medio» ni su «lenguaje», y se apartó «prudentemente» de los guiones de El país del miedo y La mano invisible.

Abad Faciolince y Jesús Carrasco nunca pasaron por esa vivencia cuando Fernando Trueba adaptó El olvido que seremos, en el caso del primero, e Intemperie, el debut literario del segundo que Benito Zambrano convirtió en largometraje.

«La persona en la que está inspirada mi última novela, ‘Salvo mi corazón, todo está bien’, me pidió cuando era muy joven que intentara hacer un guion para él. El fracaso fue tan grande que me dio un consejo: ‘Nunca vuelvas a escribir un guion en tu vida’. Todavía le hago caso», destaca el colombiano.

Carrasco entendió que ese trabajo «tenía que llevarlo a cabo un profesional» porque «los códigos son muy distintos», pero la escritura de guión le interesa mucho. «Si algún día la ejerzo, será proponiendo un guión desde el principio, no como una adaptación de una novela mía», precisa.

Gabriela Ybarra participó en la elaboración del argumento de El comensal, pero intentó «dejar espacio» a González-Sinde para que esta «hiciera suyo el texto». «Nos esforzamos en mantener el tono y la posición moral» de una historia autobiográfica que habla del asesinato de su abuelo a manos de ETA.

«Hay una lealtad básica al tono y al punto de vista moral de la novela que nunca me permito saltarme», recalca, en términos similares a los de Ybarra, González-Sinde, que ha firmado también los guiones de obras de Belén Gopegui (La conquista del aire), Almudena Grandes (Los aires difíciles) y Elvira Lindo (Una palabra tuya).

Estos autores coinciden en que una película basada en un texto literario, aunque no sea un buen producto, siempre favorece a la obra original. «Una mala adaptación suele producir una especie de ‘efecto refugio’ en la novela, puede enfatizar sus valores positivos», señala Carrasco.

Abad Faciolince apunta que una versión cinematográfica «puede resucitar una novela» y recuerda que «El olvido que seremos», de 2006, se reeditó en 2020 «y funcionó como si fuera una primera edición, con un montón de reimpresiones».

«Una adaptación -opina Rosa- siempre es publicidad para una novela. Si la película es buena, trae lectores. Y si es mala, la novela sale ganando por comparación, el clásico ‘me gustó más la novela’. Suelen ser las películas las que se resienten por comparación con las novelas».

Y hay traslaciones que acaban en amargas polémicas, como la que mantuvo Javier Marías con Elías y Gracia Querejeta por «El último viaje de Robert Rylands», versión de «Todas las almas» que acabó en los tribunales, que fallaron a favor del escritor. Mendoza dice que entendió «los argumentos» de Marías, pero la película en su momento no le pareció mal. «No creo que una adaptación a otro medio deba ser fiel al original. Más bien al contrario. Pero desconozco los detalles concretos de esa polémica y no puedo opinar», añade.

El caso de Virginia Feito es otro ejemplo y eso que aún no hay película de su primera obra, La señora March, escrita en inglés y superventas en España, que ha recibido un buen empujón al anunciarse que la actriz Elizabeth Moss (El cuento de la criada) había adquirido los derechos para un filme que quiere protagonizar.

Fue «un alivio» que Moss estuviera de acuerdo en que ella se hiciera cargo del guion, que aún no ha empezado a preparar porque está a la espera de que la actriz «se libere un poco de sus 186 trabajos», señala esta joven autora que lee guiones desde muy pequeña, de películas para mayores como Seven y American Beauty que sus padres no le dejaban ver.

ADAPTACIONES FAVORITAS

American Beauty fue «una decepción horrible» cuando la contempló en la pantalla, asegura Feito, a la que las dos últimas versiones de Mujercitas, de Gillian Armstrong y Greta Gerwig, le han gustado «incluso más» que el libro de Louisa May Alcott. Rebeca le parece otra «muy buena versión». Isaac Rosa cita también a Hitchcock, «que mejoró en todos los casos el material original, por bueno que fuese este», mientras que Ybarra menciona las adaptaciones que Powell y Pressburger hicieron de Narciso negro y Las zapatillas rojas.

Mendoza recuerda Tener y no tener, «un excelente guion de Faulkner sobre un mal relato de Hemingway». Y González-Sinde habla de la «extraordinaria» versión de La tía Tula de Miguel Picazo sobre la novela de Unamuno.

Todo esto sin contar con las series. Al autor de La ciudad de los prodigios le surge una propuesta «de vez en cuando que luego no se materializa».

Y un trasvase que lleva tiempo en el aire es el de Angosta, de Abad Faciolince. «La propuesta empezó como película en dibujos animados y siguió como película de ficción. La pelota la tiene en este momento una de estas grandes plataformas de series para televisión que no permiten decir su nombre», explica.

También existe otra posibilidad, por la que optó en 2013 Abdellah Taia al dirigir El Ejército de Salvación, basada en su propia novela.

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