pequeño pero gigante

El vermú es mucho más que una bebida: es una hora, una cuestión de tiempo. Un acto social y un placer. O un minipremio que uno se da en una jornada cualquiera. Para que la fórmula funcione, el resto lo pone el sitio en el que se toma. Y solo unos pocos ponen bien en punto el reloj del vermú. Así ocurre en esta historia. En el Café Bar Rúa 11 se practica todo esto y se sobrepasa. Se mejora. El local leonés, en un cruce de caminos perfecto en la calle de la Rúa, mejora con el tiempo como el buen vino en manos de Rubén Lera. Es un bar de encuentro y un pequeño restaurante. Una terraza alta sin barullo pero espectacular. Un lugar de pinchos y de raciones. De tapas impecables y tostas imponentes. León y sus productos de temporada son su bandera. Y, lo de toda la vida, en este clásico de moda con solo siete años de existencia, resulta de lo más moderno. Puede que en otros sitios haya algo parecido, pero en el Rúa 11 la varita mágica de Lera funciona con un solo toque: don de gentes y amabilidad. En definitiva, el truco es que no hay truco sino profesionalidad, calidad, rigurosidad, singularidad, complicidad... Un local brillante. Y eso no lo tienen todos.

«A veces puedo parecer demasiado escrupuloso, pero me gusta cumplir. En estos momentos siento mucho agradecimiento porque la clientela responde», dice Lera, que así aborda la complicada situación actual. De hecho, casi propone una hoja de ruta en lugar de bandazos: «Prefiero seguir igual. como se pueda. No bajar la calidad ni racanear ni en el servicio ni con mi equipo. Con el aforo soy riguroso al máximo. Al atender a menos clientes nos estamos volcando más en la cocina», explica. De esta forma, si hay que ir ahora al Rúa 11 es porque aportan máxima calidad e inmediatez a la gastronomía leonesa. Las cenas triunfan. Porque un vino, fuera o dentro, es un placer aliñado con lo mejor de ahora. Prueben un botellín de vermú. Todo un invento.